El pretexto asumido por parlamentarios de Brasil y Paraguay para retardar la solicitud venezolana de adhesión -la no renovación de una concesión a una televisora privada- resulta de muy poco peso en el contexto político en el cual tiene lugar.
En opinión del presidente venezolano, Hugo Chávez, de lo que se trata en realidad es del rechazo por algunos sectores de la derecha tradicional del nuevo enfoque integracionista demandado por los pueblos.
La verdadera razón es que Venezuela no ha “desregularizado su economía” para dejar de apoyar a los empresarios nacionales, opina Chávez, para quien ese sistema coloca por encima del interés de los pueblos, el objetivo del capital y el monetario.
La posición venezolana se basa en la necesidad de implantar un modelo de integración que respete y reconozca las asimetrías de los miembros de MERCOSUR.
En opinión de Saúl Ortega, presidente de la comisión parlamentaria de Política Exterior, muchos legisladores brasileños hoy opuestos al ingreso, lo aprobarían si se tratara sólo de incorporar un mercado de 27 millones de personas para sus productos.
Sin embargo, aún antes de solicitar su ingreso, el presidente Chávez dejó claro su posición de impulsar cambios en el bloque, más allá de sus objetivos originarios comerciales y económicos, con el criterio que puede convertirse en eje del proceso integracionista.
En opinión de observadores como Aram Aharonian, vicepresidente del canal multiestatal Telesur, en la base del conflicto está la definición de qué clase de integración se quiere.
En su criterio la opción es la continuidad neoliberal, avalada por los grandes grupos económicos nacionales y trasnacionales, o una cooperación, complementación e integración solidaria, sobre bases estratégicas de transformación política, económica, social y cultural.
El caso venezolano, como es visto desde Caracas, sobrepasa el alcance de episodios efímeros y escarceos entre funcionarios o diplomáticos para adquirir un carácter estratégico, vinculado al futuro de la región.
Si el ingreso de Venezuela abriría las puertas al ingreso de otras naciones, lo contrario implicaría el cierre de una vía hacia la integración y por ende haría necesario buscar otros mecanismos de empuje, para lo cual MERCOSUR parece una buena herramienta.
De alguna manera al cerrar la puerta a Venezuela, se bloquearán también las expectativas de movimientos populares, que han expresado el interés de incorporar una dimensión social a la agrupación, por encima de propósitos puramente económicos.
Caracas, 5 de julio 2007
Prensa Latina , 0, 40, 11