Sin duda es un negocio redondo. Sin embargo, las Isapres continúan aplicando políticas restrictivas a las licencias médicas de los afiliados al sistema de salud privado. Entre el año 2004 y 2007 la tasa de rechazo subió de 3,8% a 5,4%, aunque solo en el 2006 la cifra llegó a 12%.
Según el Presidente de la Asociación de Isapres y ex ministro de Hacienda del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Eduardo Aninat, al exponer en el seminario Licencias Médicas. Dilemas Éticos y Económicos, organizado por la facultad de Economía de la Universidad de Chile y la Asociación que él preside, señaló que hay un porcentaje importante de uso y abuso y eso no se ha acotado y, agrega, Pueden haber muchas explicaciones pero lo medular es que cuando un sistema es abusado por unos pocos, por la vía del fraude, la suplantación o los arreglines, el costo lo pagan los afiliados y cotizantes que cumplen, las instituciones y médicos que son serios, las Isapres…, sentencia.
Sin embargo, el ex director gerente del FMI y actual presidente de la Asociación de Isapres parte de una premisa errada. La justificación en la reducción de las licencias médicas la sostiene, principalmente, en el mal uso que hacen de este permiso por parte de los médicos. En este aspecto es preocupante que la industria de la salud intente suplantar, mediante este tipo de control y comentarios la labor médica al cuestionar el diagnóstico y los días que el paciente puede hacer cama o descansar.
Otro elemento grave que se sostiene en la frase del presidente de las Isapres es la connotación de delito al solo hecho de entregar una licencia médica y, por tanto, atenta en contra del valor profesional de los médicos. Es reconocido que los galenos que trabajan en el sistema privado de salud son advertidos por sus administradores que eviten dar licencias ya que si su promedio aumenta son invitados a dejar la consulta o encuentran dificultades para practicar su profesión médica dentro del sistema.
El no pago de las licencias médicas no sólo significa que la Isapre no reconoce los días de descanso sino, además, el afiliado deberá peregrinar por semanas o meses para recuperar el dinero, proceso que no resulta fácil ya que en Compin no siempre es diligente para resolver estas materias, lo que agrava la economía de los pacientes y su propia salud.
NO PAGAR LAS LICENCIAS
En el seminario Eduardo Aninat llegó a plantear que es necesario abordar temas como el no pago de los tres primeros días de permiso de salud, cuando la licencia es menor a los 11 días. Ello significaría que enfermedades como resfríos fuertes, gripes o situaciones de stress laboral que tienen una licencia de 5 a 7 días se pagaría un tercio de su valor. La pregunta que nace es ¿quién asume la diferencia económica que se produce?. Indudablemente que los empresarios no estarían dispuestos a financiar el costo de tres días laborales si su empleado no trabajan, pero, si las Isapres logran este objetivo nuevamente los trabajadores deberán subvencionar a la industria de la salud privada.
El argumento de Eduardo Aninat se sostiene en que desde el 2000 al 2006, el gasto total de licencias médicas ha crecido 40% y, sin embargo, la economía ha crecido en 27%. Lo que no da cuenta el ex ministro es que el crecimiento del país no guarda relación con los procesos de redistribución del ingreso ni mucho menos informa respecto de la tasa de uso real del sistema privado de salud dado que, indudablemente, los chilenos no van todos los días al doctor.
En este sentido, lo que recibe el sistema de salud privado es muy superior a lo que gasta para cubrir las prestaciones médicas que entregan. No olvidemos que no existen los bonos sin costos para el afiliado y, por el solo hecho de ir al médico el paciente debe cancelar una parte de dicha consulta.
Por tanto, ¿Qué pierden las Isapres?. Indudablemente las Isapres pierde porcentajes de utilidad y, el beneficio de ser un buen negocio a costa de todos los chilenos que utilizan el sistema privado de salud cuya cifra, al 2006, supera los 35 mil millones de pesos.
Por Roberto Portilla. El autor es periodista y Editor General de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 22 de junio de 2007.
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