Antes se promovían iniciativas tales como la creación de una “Agencia Nacional de Estándares de Conducir”; o la actualización, mantenimiento y difusión efectiva de métodos para controlar la ingesta alcohólica; el establecimiento de elementos para detectar consumo de drogas; el uso adecuado de radares indicadores de excesos de velocidad y, muy especialmente, la introducción de la categoría de “Conductores de Alto Riesgo” que, entre otros, son temas que parecen no preocupar a los encargados de mejorar la seguridad en la conducción.
La introducción del concepto de “tasa legal de alcoholemia” y el mejoramiento de algunas disposiciones de la Ley de Tránsito, son los únicos adelantos que hemos visto concretados luego de haber sido formulados hace seis y más años.
Respecto de otros importantes temas no se avanza, resultando evidente que han decrecido notoriamente el interés y eficiencia de las actuales autoridades, las que no aportan nuevas ideas y no han sido capaces de concretar la “licencia de conductor a puntos”, que sigue sin convertirse en ley.
Entre 1981 y 2002 murieron 2.479 chilenos por causa del SIDA, habiéndose realizado ocho campañas nacionales desde 1991 y 2006 para prevenir la enfermedad. Con motivo de accidentes de tránsito, desde 1990 a 2006, resultaron 27.508 muertos, esto es, un promedio de 1.720 por año. En un año y medio han muerto más personas en las calles que enfermos de SIDA han fallecido en 21 años.
En materia de tránsito, ¿qué se ha hecho en los últimos años? ¿Hasta cuando deberemos esperar para tener más seguridad?
Por Leonardo Aravena Arredondo, profesor de Derecho, Universidad Central de Chile. Colaborar permanente de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 19 de mayo 2007
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