Cuando los líderes políticos no respetan los conceptos mínimos de la ética en la política, es fácil no distinguir entre una decisión técnica jurídica correcta y una especie de salir del paso a cualquier costo.
Esto último es lo que percibe la opinión pública con la insólita propuesta financiera del Ministro de Transportes a la empresa Metro, consistente en que esta última transfiera en préstamo de 80 millones de dólares en forma perentoria.
Esta planificada acción se presentó como una fórmula directa para inyectar nuevos fondos al Administrador Financiero del Transantiago, evitando así la aprobación Parlamentaria y, considerando que los accionistas son la CORFO con el 72,56 de participación y el Fisco con el 27,44.
Pero esta propuesta no tuvo la aprobación del entonces Presidente del Metro, Blas Tomic Errázuriz, quién es un reconocido ingeniero civil industrial y doctor en Desarrollo Económico por la Universidad de Sussex. Simplemente este ejecutivo no aceptó la operación ni las condiciones de los ministros de Transportes y Hacienda, esgrimiendo como argumento que existían diferencias de visión con el resto del directorio en torno a ciertas materias de trascendental importancia para la empresa.
Naturalmente que un Presidente de una gran empresa saneada económicamente y con utilidades anuales, no puede arriesgarse a préstamos con empresas en crisis o en vías de quiebra. Eso no solo es absurdo y temerario, sino que una irresponsabilidad financiera.
Y es, precisamente, en este punto donde se encuentra el trasfondo ético en la sabia decisión del ex presidente del Metro. Porque él asumió ese alto cargo para salvaguardar correcta y eficientemente primero, el buen servicio de ese importante transporte público a pesar de los graves errores de la puesta en marcha del Transantiago y, segundo, velar porque la empresa no sufra alteraciones de ningún tipo, especialmente, las relacionadas con la gestión y transparencia financiera.
No sólo porque son recursos provenientes de fuentes fiscales, es decir de todos los chilenos, sino también porque no se puede poner en duda el cómo y porqué se deben transferir fondos propios hacia otra empresa privada cuyo sostén económico son bancos comerciales que cimientan sus negocios en base al lucro y la acumulación de ganancias. Esa es la razón de ser de los bancos!
Ahora, lo que debe prevalecer a futuro más allá de la confrontación política entre la Concertación y la oposición representada en Renovación Nacional y la UDI, es lo que la ciudadanía espera de sus líderes, en especial los que tienen altas responsabilidades públicas, y esto no es otra cosa que transparencia, probidad y respetar primero su recta conciencia en la toma de decisiones que el simple cálculo político por muy atendibles que sean esas urgentes acciones presentadas como bien social.
A la luz de los hechos y conocidos los entretelones de la renuncia del Blas Tomic, se percibe con claridad que en sus argumentos no hubo otro objetivo que demostrar que un servidor público ha de ser responsable y fiel a la tarea que se le encomendó por sobre emergencias producto de errores técnicos y apresuramientos políticos por sacar planes estrellas a cómo de lugar.
Está por verse qué dicen los juristas sobre esta delicada operación de salva taje financiero al cuestionado Plan Transantiago, además de los informes de la Contraloría General de la República y de la Superintendencia de Valores y Seguros, ya que el Metro es una sociedad anónima que pertenece al Fisco, por lo tanto son recursos públicos los que están involucrados. También será interesante ver la posición última de la Presidenta Michelle Bachelet, que hace esfuerzos sinceros por mantener en alto el principio del bien común en su Gobierno, ya que trascendió que en una reciente reunión en su casa mantuvo algunas diferencias sobre lo expuesto por su Ministro de Transportes.
Por Jaime Escobar, es Editor religioso de Crónica Digital y de la revista Reflexión y Liberación.
Santiago de Chile, 8 de mayo 2007
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