De acuerdo con las cifras brindadas al concluir el año, lejos de atenuarse, ese flagelo parece destinado a avanzar desenfrenadamente, impulsado por el neoliberalismo, la globalización y la absurda distribución de la riqueza.
La desigualdad en la enseñanza y los servicios sociales, la falta de higiene pública, la ausencia de abastecimiento de agua potable, insuficientes mercados, el latifundio y la ausencia de infraestructuras apropiadas se agregan a los recursos monetarios mal repartidos.
El 77 por ciento de las personas más pobres del mundo viven en el campo, pero las condiciones de vida del 23 por ciento que habita las ciudades es peor. La miseria mayor tiene rostro urbano.
Más de 800 millones de personas se acuestan diariamente sin comer algún alimento y de ellos 300 millones son niños.
Sin embargo, Amartya Sen, premio Nobel de Economía de 1998, estableció en uno de sus estudios que la inversión en la niñez, teniendo en cuenta su relación con la edad adulta, es un componente importante del desarrollo futuro para cualquier nación.
En el África subsahariana, con 60 por ciento de la población sumida en la miseria, el trabajo apenas alcanza para proveer de algo que comer y las pertenencias materiales son escasas o inexistentes.
Para 50 por ciento de la población del continente africano son comunes enfermedades tales como el cólera y la diarrea infantil por la falta de agua potable, y la malaria ataca con especial saña a los niños.
En las últimas dos décadas la expectativa de vida de loa africanos cayó en 15 años por causa de la pobreza y las enfermedades.
América Latina
América Latina, empobrecida por un comercio internacional injusto, privatizaciones apresuradas y reformas fiscales desfavorables, aparece sin embargo en las estadísticas y pronósticos como una región de buenas perspectivas en su Producto Bruto Interno.
Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional indican un crecimiento económico para la región de entre 4,50 y 4,75 por ciento para 2007, bajo la pretensión de que el Producto Bruto Interno en ascenso es sinónimo de progreso.
La realidad es diferente, con 15 por ciento de los niños de menos de cinco años padeciendo desnutrición crónica, signo evidente de pobreza severa.
El propio Banco Mundial reconoce que 128 millones de latinoamericanos viven con menos de dos dólares, 50 millones de ellos en estado crítico de miseria al percibir ingresos inferiores a un dólar diario.
México, integrante del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del que supuestamente se beneficiaría la población, vio crecer su nivel de pobreza hasta 23 millones de personas, 17 millones de ellas consideradas en la indigencia.
La contradicción entre el enunciado crecimiento económico de América Latina y la grave situación social se explica por la profundización de la distancia entre ricos y pobres.
América Central es otro ejemplo del poder devastador de la pobreza. Honduras es el segundo país más pobre de Centroamérica y el tercero de América Latina y el Caribe, después de Haití y Nicaragua.
En Centroamérica encontramos ejemplos ilustrativos de las graves consecuencias del desigual reparto de la riqueza. En Guatemala más de 50 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza y más de un millón de niños trabajan sin estudiar.
Haití sobrepasa todos los límites. La pobres representan 70 por ciento de su población y la esperanza de vida no llega a 50 años; la mitad de la población no sabe leer ni escribir.
La desnutrición crónica ataca a 47 por ciento de los haitianos y el SIDA tiene la tasa de mortalidad más alta del Caribe, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tampoco Asia escapa del Apocalipsis del siglo XXI. Más de 350 millones de niños viven en absoluta mendicidad, 40 millones no asisten a las escuelas por ayudar a sus familias a sobrevivir, y uno de cada 10 muere antes de cumplir cinco años.
Hasta la lejana Oceanía y el Asia Sudoccidental reportan más de 200 millones de personas con ingresos inferiores a un dólar diario.
Países industrializados
La pobreza crece en los tiempos del neoliberalismo y se consolida incluso en Estados Unidos. Se habla de la potente economía norteamericana, pero lo cierto es que el reparto desigual de la riqueza provoca que casi 30 millones de personas se clasifiquen como muy pobres en ese país.
Quiere decir que en el país más rico del planeta, uno de cada cuatro miembros de la población negra, 21 por ciento de origen hispano y ocho por ciento de los blancos norteamericanos no acceden a sus necesidades básicas de alimentos, vestido y vivienda.
La vieja Europa cobija aproximadamente a 56 millones de personas en igual situación, con Grecia, Portugal y España como los países más severamente golpeados por la mala distribución de la renta.
Europa, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, es una región caracterizada por una gran diversidad, porque comprende algunos de los países más avanzados del mundo y otros con alto porcentaje de pobreza.
Si aumenta el número de pobres, otros males sociales se consolidan con ella. La delincuencia, el hambre, las enfermedades, la prostitución y el incremento de la población penal son los flagelos que la acompañan, entre otros.
La pretensión de que las recetas neoliberales, la globalización y la liberalización comercial liquidarán a la pobreza es una especulación sin basamento, rebatida por las realidades de un mundo cada vez más pobre.
Por Jaime Porcel. El autor es periodista de la
Redacción Económica de Prensa Latina.
Santiago de Chile, 19 de diciembre 2006
Crónica Digital
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