En la sede chilena de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), académicos y especialistas analizaron durante dos días el impacto de la globalización en los derechos de los indígenas y encontraron cierto «balance» entre beneficios y retos.
Mientras, en pueblos del sur chileno, como las afueras de Temuco, pobladores indígenas se defendían como podían de allanamientos de efectivos especiales del Cuerpo de Carabineros.
Hubo escenas fugaces en la televisión de mapuches a caballo siendo desmontados a golpes para ser arrestados en medio de una batalla campal y violentas protestas, y trifulcas en tribunales de justicia entre guardianes y familiares de mapuches detenidos.
Pero, en la capital también hubo marchas frente a La Moneda en defensa de los derechos indígenas y la entrega de una carta pidiendo apoyo a la presidenta Michelle Bachelet.
Son imágenes impactantes que contrastan con el discurso distante de la mayoría de los medios chilenos sobre el tema. Y, coincidieron esta semana con el loable esfuerzo de la CEPAL por poner en primera plana la compleja realidad de los 650 pueblos indígenas de la región.
Marta Maurás, secretaria de la CEPAL, al inaugurar el Seminario Internacional Globalización, derechos humanos y pueblos indígenas, planteó que la contienda por esos derechos «coloca el tema de la lucha contra la pobreza en el marco de la defensa de la dignidad humana».
Hablar de derechos humanos y derechos indígenas -dijo- es poner juntas las dos caras de la moneda de la justicia: la de igualdad en el trato y la del respeto a la diferencia y la identidad.
Las resistencias y contiendas indígenas para enfrentar las duras realidades de la pobreza han corrido un doble velo: han hecho visible las inequidades étnicas y han puesto al centro a los derechos humanos como marco de evaluación de las brechas, subrayó.
Maurás planteó, como positivo, la capacidad de los pueblos de mantener y recrear identidades colectivas y cultura, resistir y adaptar la fuerza homogeneizadora de las culturas dominantes y colocar en el centro del debate global el rescate de la diversidad.
Y, en lo negativo, apuntó al avasallamiento histórico al que fueron sometidos y la persistencia de distintas formas de discriminación que les afecta todavía (marginalidad territorial, exclusión socio-económica y falta de acceso a instancias de poder político).
Al sintetizar el impacto de la globalización en general, pero especialmente sobre los indígenas, la Secretaria de la CEPAL opinó que ésta «abre oportunidades de comunicación y desarrollo y, al mismo tiempo, genera nuevos riesgos de exclusión y fragmentación».
En el mismo Seminario, organizado por la ONG Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas, James Anaya, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), abarcó «El derecho internacional y los pueblos indígenas: evolución y perspectivas».
Anaya planteó que los pueblos indígenas están contribuyendo a generar cambios fundamentales en el derecho internacional y, en particular, en el discurso global de los derechos humanos.
Han ayudado a forjar -insistió- un pensamiento jurídico internacional que percibe la autodeterminación no sólo en términos de estructuras estatales, sino también de las diversas identidades culturales y estructuras sociales y políticas coexistentes.
Si bien la globalización ha traído nuevas amenazas a la supervivencia económica y cultural de los pueblos indígenas, les ha permitido también convertirse en actores y ganar espacios de influencia impensables hace unas décadas, concluyó Anaya.
El Seminario planteó una reflexión sobre la globalización, su impacto en los derechos humanos y sus implicancias para los pueblos indígenas. Asimismo, se analizaron las experiencias de la globalización económica para los pueblos indígenas de Chile.
También se estudió la respuesta de cada país a las recomendaciones del Relator Especial de Naciones Unidas para los derechos indígenas.
En forma paralela, casi sin difusión, se inauguró aquí esta semana el Centro de Comunicación e Investigación Indígena Chaski Nayrampi, el más nuevo entre varios que impulsan el reto de «ser los gestores de la comunicación con una mirada propia».
Chaski Nayrampi, que en aimara significa «Visión de mensajero», se plantea la defensa de los derechos indígenas mediante «la apropiación, capacitación y el empoderamiento en el acceso y uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación».
Jorge Luna es corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 4 de diciembre 2006
Crónica Digital
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