Mataron al rector, el sacerdote jesuita Ignacio Ellacuría, a otros seis religiosos y dos mujeres.
Las órdenes militares indicaban que no podían quedar testigos vivos, para dar la impresión de que habían sido los guerrilleros quienes cometieron el asesinato. Cuando llegaron hasta el jardín del Centro Monseñor Romero, el Centro de Reflexión Teológica de la UCA, era noche cerrada.
Ellacuría era uno de los más destacados exponentes de la Teología de la Liberación, de la reflexión sobre la fe que se construye desde la experiencia de las luchas por la liberación de los pueblos.
Junto a los tres objetivos predeterminados de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes y Ignacio Martín-Baró, la soldadesca asesinó otros tres jesuitas, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, así como a una trabajadora y su hija (Elba y Celina Ramos), que habían solicitado vivir en una sala de la residencia de los jesuitas por miedo a ser asaltadas por combatientes durante aquellas jornadas de guerra urbana y toque de queda.
Las ametralladoras acabaron con todos. Uno de los soldados, antiguo alumno del colegio de los jesuitas de San Salvador, presenció cómo mataban a su antiguo profesor, Segundo Montes. Según confesarían los soldados en el juicio, alguien recordó que eran sacerdotes. Pero quien dirigía la operación ya sabía que la orden venía de arriba y era terminante: matarlos a todos.
Hoy en El Salvador, y no sólo allí, son recordados como mártires, esto es, como testigos del Cristo vivo.
Con el propósito de rendir homenaje a Ellacuría y sus compañeros, un grupo de sacerdotes y laicos realizará una jornada de reflexión y encuentro el próximo 16 de noviembre, a las 19:00 horas, en La Viñita, Recoleta 900 con Santos Dumont (Metro Cerro Blanco).
No los olvidamos, señalan en la invitación.
Santiago de Chile, 13 de noviembre 2006
Crónica Digital
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