Por primera vez, un solo documento ofrece un panorama completo sobre la amplitud y la escala de la violencia contra la infancia en el mundo.
La violencia contra la infancia incluye la violencia física, la violencia psicológica, la discriminación, el abandono y los malos tratos. Abarca desde el abuso sexual en el hogar hasta los castigos corporales y humillantes en las escuelas; desde el uso de restricciones físicas contra niños y niñas en sus hogares hasta la brutalidad perpetrada por las autoridades encargadas de hacer cumplir las leyes; desde el abuso y el abandono que se produce en las instituciones hasta las guerras entre bandas en las calles donde los niños y niñas juegan o trabajan; desde el infanticidio hasta los llamados asesinatos por honor.
La mejor manera de abordar la violencia contra la infancia es impedirla antes de que ocurra, dice el Profesor Paulo Sérgio Pinheiro, el experto independiente nombrado por el Secretario General para dirigir el Estudio. Todo el mundo tiene una función que desempeñar en esta tarea, pero los Estados deben asumir la responsabilidad principal. Esto significa prohibir todo tipo de violencia contra la infancia allí donde ocurra y quienquiera que sea el que la ejerza, e invertir en programas de prevención para abordar sus causas subyacentes. Es preciso que los individuos respondan por sus actos, pero un marco jurídico fuerte no debe referirse únicamente a las sanciones, sino que también debe enviar una señal firme e inequívoca de que la sociedad simplemente rechaza la violencia contra la infancia.
El Estudio, que combina perspectivas de derechos humanos, de salud pública y de protección de la infancia, se centra en cinco entornos en los que se produce la violencia: el hogar y la familia, las escuelas y los entornos educativos, las instituciones (de atención y judiciales), el lugar de trabajo y la comunidad.
Explotación y violencia en el lugar de trabajo
La OIT, como socio clave del Estudio, ha dirigido el proceso de definición de los asuntos clave relacionados con violencia contra niños y niñas que trabajan. A través del programa IPEC en América Latina y en otras regiones, la OIT ha participado de forma activa en el proceso de consultas regionales.
Según el estudio, en centros de trabajo de todo el mundo, donde más de 200 millones de niños y niñas laboran, se dan muchas formas de violencia, entre ellas los malos tratos y la explotación. Incluso los adolescentes que tienen la edad legal para trabajar están expuestos a la violencia en el trabajo, puesto que son jóvenes y no tienen experiencia, a menudo son asaltados o insultados por sus compañeros de trabajo y sus patronos.
Para algunos expertos, refiere el texto, el trabajo infantil es en sí mismo una forma de violencia contra niños y niñas, ya que su trabajo es a menudo peligroso y pone en riesgo su salud, su seguridad y su moralidad, tal y como lo definen los convenios de OIT relativos al trabajo infantil.
>Hechos y cifras
En la mayoría de los casos de violencia contra la infancia en el lugar de trabajo, los infractores son los patronos, aunque también pueden ser los compañeros de trabajo, clientes, capataces, usuarios, policías, bandas criminales y, en el caso de la explotación sexual, los proxenetas o los propietarios de los prostíbulos.
Se calcula que la mayoría de las niñas no escolarizadas, alrededor de 60 millones, están sometidas al trabajo doméstico. Los niños y niñas que realizan estas actividades denuncian malos tratos como castigos físicos, humillación u hostigamiento sexual.
Es preciso liberar a algunos niños y niñas que son objeto de formas de explotación como la explotación sexual comercial, o la servidumbre, con frecuencia viven en condiciones similares a la esclavitud
>Recomendaciones:
Establecer una edad mínima laboral y poner en vigor programas para asegurar que los niños y niñas por debajo de esa edad no entren en el mercado laboral. Integrar la eliminación del trabajo infantil en las políticas nacionales de desarrollo y conceder prioridad a la eliminación de las peores formas de trabajo infantil.
Allí donde los adolescentes trabajan legalmente, crear y aplicar regulaciones y procesos de inspección que incluyan explícitamente programas de prevención de la violencia, sistemas de denuncia y procedimientos para presentar quejas.
Allí donde los niños y niñas trabajan ilegalmente, asegurar la disponibilidad de programas de liberación, recuperación e integración que se centren en ayudar al niño o niña a abandonar el trabajo, recibir educación y capacitación, y mejorar sus posibilidades vitales.
Buscar el apoyo del sector privado, los sindicatos y la sociedad civil para trabajar juntos a fin de estimular medidas de responsabilidad social empresarial.
Naciones Unidas, 5 de noviembre 2006
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