Se trata del gen llamado GCH1 que codifica la enzima GTP ciclohidrolasa, la que se necesita para producir el químico tetrahidrobiopterina o BH4.
“Nuestros resultados nos dicen que la BH4 es una molécula productora del dolor. Cuando aumenta, los pacientes experimentan dolor, y si no está elevada, tendrán menos”, dijo Clifford Woolf, del Hospital General de Massachussets y la Escuela Médica de Harvard.
Las personas menos propensas a malestares fuertes, precisó, heredaron una maquinaria molecular que disminuye su susceptibilidad a los malestares.
Woolf y su equipo analizaron a 400 personas sanas y descubrieron que los voluntarios con dos copias de la variante protectora del gen eran menos proclives a dolores severos.
Los investigadores encontraron en un experimento con ratones, que las personas con una alta actividad del gen estaban más protegidas contra el malestar, hallazgo que puede llevar al desarrollo de medicamentos.
“El estudio demuestra que heredamos la medida en la que sentimos el dolor, tanto bajo condiciones normales como luego de un daño al sistema nervioso”, explicó en la revista el doctor Clifford Woolf, director del equipo investigativo.
Washington, 23 octubre 2006
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