El libro intitulado “La mesa coja”, presentado hoy aquí por los economistas Andrés Solimano y Molly Pollak, concluye que la desigualdad social, una constante histórica en Chile, “ha sido un componente persistente del modelo económico chileno en democracia (1990-2006)”.
La investigación, que constituye un conciso, pero riguroso análisis del sistema, coincide con otros especialistas dentro y fuera de La Moneda en que “la desigualdad de ingresos” sigue siendo “la mesa coja” de los gobiernos que siguieron a la dictadura militar (1973-90).
Según los expertos, desde el retorno de la democracia las políticas económicas le dieron “una gran importancia al logro y mantenimiento de la estabilidad macro y financiera”, siguiendo recetas del Fondo Monetario y otros organismos financieros internacionales.
Empero, al mismo tiempo, señalan que se observa en este período “una limitada atención al tema de la desigualdad al nivel de política pública nacional”.
Para los autores, dos elementos explicarían el por qué esta materia ha sido la gran ausente en las agendas gubernamentales.
La primera es “el delicado equilibrio” que caracterizó el denominado retorno a la democracia, “por el cual fueron relegados los potenciales temas controversiales, como la distribución del ingreso, a una menor prioridad política”.
Otra razón sería lo que califica como “la memoria colectiva, y el recuerdo de las experiencias redistributivas de las décadas de los sesenta y setenta, que estuvieron acompañadas de agudos conflictos sociales, crisis económicas” y finalmente la dictadura militar.
Aunque, añade, en los últimos 16 años se observa una reducción de los niveles de pobreza absoluta y de la indigencia, la desigualdad en la distribución del ingreso “constituye un problema importante aún no resuelto en la búsqueda de un efectivo desarrollo económico”.
Pese a que plantea que esta situación aparentemente comienza cambiar, especialmente debido al debate que se dio en las últimas elecciones presidenciales, indica que el fenómeno tiene un origen histórico, y que la experiencia del último tiempo muestra que no se ha revertido.
En este escenario, los autores plantean una serie de caminos para enfrentar el problema, entre las que destacan una acción prioritaria que aborde la desconcentración de la propiedad de las grandes empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras.
También proponen avanzar en políticas que disminuyan lo que llaman la heterogeneidad productiva, atendiendo al sector de las micro y pequeñas empresas, grandes generadoras de empleo para la clase media y sectores populares.
Mientras tanto, el ex presidente de la Democracia Cristiana Adolfo Zaldívar, lanzó también hoy fuertes cuestionamientos a la política económica de la presidenta Michelle Bachelet, y criticó que haya delegado tanto poder en su Ministro de Hacienda, Andrés Velasco.
Zaldívar, quién aún domina un importante sector del mayor partido de gobierno, ha venido insistiendo en la necesidad de rectificar el rumbo de la política económica y dar un mayor respaldo a las pequeñas y medianas empresas, entre las principales víctimas del modelo.
“Yo voté por doña Michelle Bachelet, a quien le tengo un gran cariño y quiero apoyar lealmente, pero hoy manda el ministro de Hacienda y no estoy de acuerdo”, sostuvo el senador, tras declarar que no se siente representado por la política económica del gobierno.
Velasco, un economista sin filiación política formado en la Universidad norteamericana de Harvard, es un férreo defensor de la ley del mercado y las teorías económicas del Fondo Monetario y el Banco Mundial. El titular disfruta de un fuerte respaldo de Bachelet.
Santiago de Chile, 24 de octubre 2006
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