La ciudad argentina de Rosario, fue el lugar de encuentro de más de 300 dirigentes y dirigentas sociales de cinco naciones latinoamericanas, quienes respondieron el llamado del Programa MERCOSUR Social y Solidario para pensar y avanzar en la construcción de una integración real, desde los hombres y mujeres que participan del tejido social americano. De este dialogo realizado entre el 2 y 4 de octubre, a orillas del río Paraná, surgió la Declaración de Rosario, carta social de los pueblos que busca visibilizar las demandas y discursos de las organizaciones sociales frente al desafío de la integración en el actual contexto neoliberal.
Este Encuentro Regional de Organizaciones Sociales convocó a participantes de 111 agrupaciones de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, un mosaico de experiencias y trayectorias en múltiples luchas y reivindicaciones. Estas OS asumen la responsabilidad de plantear un MERCOSUR desde los pueblos y la necesidad de construir ciudadanías activas y participativas.
De esta forma, este espacio fue una plataforma de intercambio entre campesinos/as que luchan por la propiedad de la tierra y una reforma agraria integral, obreros/as y trabajadores/as que defienden las alternativas cooperativistas y la economía solidaria en nuestro continente, comunicadores/as ciudadanos, pueblos originarios abriendo espacios de participación, luchadores/as sociales de diversos frentes que reivindican la posibilidad de un espíritu americano basado en el respeto, la diversidad, la equidad, la justicia social y el desarrollo de los pueblos, verdadero capital de nuestras naciones.
Desde Chile, participaron 40 dirigentes de diversas organizaciones, quienes aportaron las voces de las redes sociales del Chile de hoy, denunciando al poderoso modelo neoliberal que nos muestra como un país ejemplo ante los ojos de las naciones vecinas. Pero la denuncia es clara, la presencia de un Estado sin enfoque social y sin políticas públicas participativas, evidenciando los efectos devastadores de una estructura mediática comercial que olvida e invisibiliza a los actores sociales de base.
La Declaración de Rosario, es la construcción colectiva de un documento que da cuenta de los reales intereses de los pueblos del cono sur y se constituye en una herramienta de visibilización e incidencia ante los estados y la sociedad civil. En ella se plantea:
– La integración regional como un desafío de largo plazo y un proyecto social en construcción, donde se transforme la inmensa diversidad social en potencialidad política. En este desafío las organizaciones y movimientos sociales son integrantes claves.
– La necesidad de alcanzar la equidad de género con el fin de alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; la transformación desde las organizaciones sociales y políticas, para que asuman la equidad de géneros como parte integrante de sus objetivos y/o plataformas políticas y establezcan la participación igualitaria de las mujeres en sus estructuras y toma de decisiones.
– La demanda por políticas públicas participativas que no se ejecuten de acuerdo a estructuras neoliberales y den espacio a las voces de los movimientos sociales, capaces de garantizar al conjunto de la población el ejercicio de sus derechos humanos fundamentales: alimentación, educación, salud, vivienda, trabajo, seguridad social, recreación y descanso, entre otros.
– La crítica al modelo agro exportador que basado en el monocultivo y la sobreexplotación de la tierra destruye la agricultura campesina y familiar, sus orientaciones, prácticas y saberes, la armonía con el medioambiente y desecha la preocupación por la calidad de los alimentos y el consumo sano. Es urgente plantear desde los estados procesos de Reforma Agraria Integral que dejen de mercantilizar la tierra y favorezcan a los campesinos e indígenas que viven de ella
– El desafío actual de la seguridad alimentaria, concebida como el derecho humano fundamental a la alimentación en calidad y cantidad necesaria para la vida. Al mismo tiempo, legitimar el derecho a la alimentación basada en la legitimidad de agricultores/as y trabajadores/as rurales, de producir alimentos para sus propios mercados locales y nacionales, con acceso y control sobre sus propios territorios, incluida la tierra y los recursos naturales.
– La necesidad de marcos de protección para las iniciativas de Economía Solidaria, que consideren las condiciones de trabajo de varones y mujeres; protección de los derechos de los niños y niñas, así como de los efectos de la economía neoliberal en las condiciones de trabajo, para fortalecer nuevas formas de asociación de microemprendedores y de capacitación e intercambio de saberes.
Las reflexiones surgidas con respecto a estos ejes dan cuenta de las voces y discursos de los actores sociales que luchan por una transformación de nuestra América y evidencian los errores y falencias de los gobiernos de nuestras naciones y su obsecuencia con el modelo neoliberal. En estos espacios de encuentro e integración, hombres y mujeres pueden expresarse, compartir, conocer y aprender de las experiencias de otros/as, encontrando ecos globales a sus demandas locales y revitalizar las fuerzas para seguir luchando.
Por: Juan Ortega es Periodista y forma parte del equipo de Comunicacion Social de base DE Eco-Educación y Comunicaciones
Santiago de Chile, 23 de octubre 2006
Crónica Digital
, 0, 375, 5