Primero, un significativo crecimiento agrícola sin equidad, es decir, sin participación significativa de los pequeños agricultores. Segundo, un gran esfuerzo realizado en los últimos 16 años de la Concertación por crear un diseño de políticas e instrumentos públicos, sin evaluaciones comparativas y con un resultado global muy relativo. Y tercero y último, una débil organización de pequeños agricultores, tanto a nivel de base como regional y nacional.
La proposición es para los que hoy toman decisiones pues en 16 años no han dado señales claras. Y consiste en disponer de una matriz nacional de desarrollo de la pequeña agricultura que contemple cuatro aspectos centrales:
1. Un gran plan nacional con bases y ejes estratégicos comunes.
2. Difusión y creación de un ambiente de identificación e interés generalizado por parte de la población objetivo en torno al plan.
3. Adecuación de la institucionalidad
4. Cambio en la mentalidad y comportamiento del pequeño agricultor.
Este Plan debe contemplar, a lo menos, seis ejes estratégicos: la política, la institucionalidad, la educación y capacitación, la organización, la infraestructura y el financiamiento.
En lo político es necesario decir ahora que el escenario rural chileno utópico final será con presencia de pequeños agricultores. Un segundo punto importante es concebir la AFC como objeto de apoyo del Estado completo y no sólo de un par de instituciones especializadas, como sucede actualmente.
En lo institucional, hay que crear, a nivel de comuna o municipio, una instancia de coordinación de las instituciones de apoyo con los grupos a atender. También hay crear una base de datos, centrados en la Subsecretaría de Desarrollo Regional y en el INE, que permita establecer indicadores comparativos de crecimiento y desarrollo comunal.
En cuanto a educación y capacitación, deberíamos crear un programa de capacitación campesina nacional basado en la participación de las universidades y centros de formación técnica, orientado fundamentalmente a tres áreas principales: técnico productivo, gestión empresarial y comercialización. También sería muy conveniente, en el mediano y largo plazo, la incorporación en la educación básica y media rural tradicional, temas eminentemente productivos y rurales.
En materia de organización, es imprescindible disponer de una líneas programática estatal de apoyo a la organización de pequeños agricultores, buscando una ley que financie parte de su gestión y operación y, también, identificar instancias de participación real del sector en la gestión gubernamental, desde el nivel provincial, regional y nacional.
Referente a infraestructura, se hace necesario crear una línea programática estatal que se responsabilice de satisfacer las necesidades básicas del sector en materia de infraestructura, además de las de tipo público o comunitarias, tales como riego predial, luz eléctrica, agua potable, bodegas, maquinarias, implementos.
También es de suma importancia disponer, a nivel de investigación e innovación, de un programa nacional especialmente dirigido a la pequeña agricultura, financiado con presupuesto fiscal.
Finalmente, en lo que dice relación con financiamiento, es conveniente motivar e incorporar instituciones y programas especiales de financiamiento para el sector, como Bancos, Cooperativas de Ahorro y Préstamo, Financieras en general, con políticas que promuevan la organización de base entre los pequeños agricultores.
Por: Hugo Ortega T. El autor es Director
Escuela de Ingeniería en Agronegocios
Universidad Central. Colaborador de Crónica Ddigital.
Santiago de Chile, 4 de octubre 2006
Crónica Digital
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