En el actual contexto, que un 94% de los niños, jóvenes y adultos con discapacidad no reciba atención médica representa un agravante más.
El peor daño que se le puede hacer a Chile y a su pueblo es destruir paulatinamente sus sistemas de salud. Exclusión y daño a la integridad física y psicológica de sus habitantes, son parte del saldo que no quieren ver ni escuchar las autoridades que dirigen la nación, pero en algún momento deberán entender que esto nos está afectando a todos.
Hospitales atochados y arruinados por el tiempo, centros de salud familiares con personal insuficiente y mal pagado, diagnósticos equivocados, bebés cambiados, madres y niños sin vida después de los partos, discapacidad adquirida por negligencia médica o elementos cortopunzantes olvidados dentro del cuerpo de las personas intervenidas quirúrgicamente, son solo algunas muestras del descalabro ético y moral imperante.
En medio de la crisis hospitalaria, las ISAPRES (sistema privado de salud que se paga con la esperanza de recibir un trato digno) sigue bajando la calidad del servicio y subiendo sus ganancias al punto de indignar a los usuarios. Este excluyente sistema privado se sabe que opera como hall de centro comercial y no como servicio de salud.
Las Isapres que solo atienden a las personas dispuestas a comprar salud con facilidades de pago, en cuotas usureras y al compás del sonido de máquinas de expendios de golosinas y bebidas, son una enferma aberración que contrasta con el anhelo de igualdad e integración de la salud en América Latina. La salud en Chile es ya vergüenza internacional.
En la sala de espera de una clínica privada, desde un televisor colgante se escucha el grito del programa que dirige un desgastado animador: “Quién merece ser millonario”..! vocifera el mismo que ha amasado fama y fortuna con la negra negligencia de cómplice: La ausencia de derechos humanos en salud y rehabilitación de los niños discapacitados en Chile.
En el mismo pasillo escucho desde una caja: “Señor, una consulta, paga con Cheque, tarjeta de crédito, casa comercial o supermercado?”. El discurso me parece robótico, enfermo y capitalista ante la implacable mirada de un usuario cliente, que responde cabeza gacha: “con tarjeta de crédito”.
Muchos esperan horas en los servicios de salud, otros mueren mirando la televisión (sentados) en las salas de espera. Dantesco es el escenario que protagonizan en los hospitales públicos, quienes pasaron la prueba de los consultorios, aquellos galpones premiadas por enviar a los pacientes de vuelta a sus casas.
Fuera de estos locos y enfermos edificios de salud de médicos que no sanan, a toda persona le espera un stand con promotora que le ofrece un servicio funerario bajo césped a buen precio. “Nunca se sabe”, alcanza a susurrar la vendedora de ataúdes, mientras salgo casi escapando del interior de uno de estos templos sin remedio.
No hay recursos. Resulta majadera y hasta cínica la respuesta del gobierno después del terrorífico vuelo de los aviones F16 que sobrevolaron Santiago para adornar la “parada” militar del 19 de Septiembre pasado. Para la Salud, la Educación y la Prevención de enfermedades no hay dinero, para compras de aviones de guerra usados siempre hay. ¿A dónde se fue el criterio?
Los trabajadores de FONASA (Fondo Nacional de Salud) dieron a conocer las millonarias cifras que ha gastado el gobierno para paliar los efectos del paro de la salud, las que alcanzan a casi dos mil millones de pesos. Esto según la CONFENATS, bastaría para solucionar la deuda histórica con los trabajadores de la salud y la infraestructura hospitalaria, evitando el enorme daño a los pacientes.
Una de las pancartas desplegadas en la última manifestación donde participaron gremios de la salud, educación y estudiantes, decía: QUE EL GOBIERNO RESPONDA LAS DEMANDAS DEL PUEBLO. Me pregunto si los hermanos y compatriotas que sostenían el lienzo, en las últimas elecciones presidenciales votaron por quienes hoy “no están con ellos”.
Es un hecho que a mayor precariedad de los servicios de salud, mayor cantidad de personas con discapacidad. Más allá de las reformas a la salud que en Chile datan de principios de los años ochenta, la Salud constituye un derecho social exigible que tiene como vía de exigibilidad el conducto de la Justicia. Esto quiere decir que es posible seguir exigiendo este derecho aún ante la falta de reglamentación o enferma deficiencia.
Por: Alejandro Hernández. El autor es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados. www.fnd.cl
Santiago de Chile, 29 de septiembre 2006
Crónica Digital
, 0, 121, 5