CONFESIONES DE NELSON MERY (Segunda parte)

LAS CUOTAS DE HUMANIDAD

– Volviendo a su labor de enlace, ¿cómo se sentía con lo que estaba haciendo, deteniendo gente, interrogando?…
– Lo que yo traté de hacer durante todo el tiempo que estuve en la Escuela de Artillería de Linares fue contribuir con pequeñas cuotas de humanidad. No podía salir de ahí, existía una orden de mi mando superior que me obligaba a ser parte de todo eso. Verme involucrado en estas situaciones me significaba una enorme carga de tipo emocional, me sentía pésimo. La única forma de sublimar esta presión fue con esas pequeñas cuotas de humanidad y convenciéndome que con mi actitud podría ayudar a salvar vidas, disminuir las torturas y aclarar cosas. Es más, hubo mucha gente que quedó libre a partir de las declaraciones que me tocó realizar. De esta forma compensaba esa aflicción que sentía.

– Pero usted conocía a la gente que estaba siendo detenida. ¿Cómo entendemos esas cuotas de humanidad de las cuales habla…?
– Si yo hubiese tenido otra disposición frente a los hechos ocurridos en esos años, si hubiese estado de acuerdo con el golpe militar, podría haber utilizado la información que tenía de cada uno de los dirigentes políticos de Linares. Muchos habrían sido detenidos, pero la realidad demuestra que no fue así. Existen casos de personas importantes de las orgánicas partidarias que yo conocía y que nunca fueron detenidas ni denunciadas.

– ¿Quiénes entonces entregaron los datos para detener personas?
– Lo que pasa es que el chileno tiene la memoria frágil. Hay que recordar que producido el golpe militar, al otro día comenzaron a llegar anónimos donde los mismos vecinos denunciaban a sus propios vecinos, a sus propios amigos. Inteligencia Militar se engolosinó con esas fuentes de información, se multiplicaron los informantes aficionados y con ello las delaciones.

– ¿La Inteligencia Militar alguna vez cuestionó su trabajo o sus formas de interrogar?…
– Sí. Me decían que debía ser más inquisitivo. El mayor Jorge Zincke me increpaba por “la calidad de mis informes” y yo respondía que así realizaba mi labor y que si no estaba conforme me podía devolver al Cuartel de Investigaciones. El Departamento II cuestionaba la forma en la que hacía las declaraciones… las consideraban demasiado simples a la luz de la inteligencia militar. La gente se olvida que en esos tiempos que un soldado conscripto o un cabo mandaba más que cualquier civil. El poder era militar.

– ¿Por qué decidió guardar silencio por tantos años? ¿Tuvo miedo?
– Nunca tuve miedo, pero si puedo afirmar que durante los cuatro meses que estuve en la Escuela de Artillería de Linares perdí nueve kilos de peso. Para comprender la situación que se vivía en Linares en esos años, puede relatar el caso de un vecino de mi familia que trabajaba en la Corporación de Reforma Agraria (CORA), militaba en la Izquierda Cristiana y fue involucrado en un contrabando de metralletas. Conversábamos siempre y yo le decía que se quedara tranquilo porque si sabía algo yo conversaría con él. Estaba súper preocupado, al grado que se murió de un ataque al corazón por la angustia que le generó esa situación. Nunca mi vecino fue detenido, pero el temor fue tan fuerte que no pudo administrar esta situación. Yo sabía quién era y personalmente conocía a otros tantos que nunca fueron apresados y que eran dirigentes políticos importantes de Linares. Entonces, volviendo al tema de los miedos y de los silencios, las personas nunca han valorado los silencios que tuve en ese tiempo. Si no hubiese sido por mi silencio habían sido detenidos muchos amigos míos del Frente Interno del PS de Linares, por ejemplo.

– ¿También mantuvo silencio frente a los Tribunales de Justicia?
– Nunca. El silencio público no fue un silencio procesal. La primera declaración que realizo ante un Tribunal fue en 1976 a raíz de la detención de Alejandro Mella Flores, un militante del MIR. En esa oportunidad reconocí judicialmente que él estuvo preso en la Escuela de Artillería, un dato que a esa fecha ningún militar reconocía. Hay que decir también que muchos utilizaban nombres políticos o chapas y eso a veces dificultaba saber quien era quien. Personalmente he prestado muchas veces declaraciones judiciales, inclusive a pedido de los mismos familiares de las víctimas.

– ¿Qué hace Nelson Mery después de volver a su unidad en Investigaciones?
– En Linares volví a mis labores de extranjería. En enero se produjo otro problema con los militares, ya que se abrieron los pasos fronterizos de la zona, porqué mucha gente viajaba a Argentina. Por mi función policial comienzo a dar salvoconductos y de repente llegó una orden interna indicando que desde ese momento los salvoconductos los debía autorizar el Departamento II de Inteligencia Militar de la Escuela de Artillería. Al principio, agrupaba los salvoconductos, iba a la Escuela, pasaba directo al SIM y esperaba que los timbrarán con un sello rojo, pero después los comencé a dejar en la guardia y ahí mismo me dejaban una carpeta con los autorizados.

– ¿Por qué se produjo el cambio de procedimiento?
– Con los años me he enterado que a la Inteligencia Militar no le perecía que yo estuviera dando solicitudes de pasaporte y salvoconductos, ya que a su juicio algunas personas estaban aprovechando esta situación para arrancar de la zona. Ahora, también hay otro hecho que tiene su reciprocidad con la decisión adoptada en Linares: en todo Chile y sus pasos fronterizos los pasaportes y salvoconductos era revisados por el SIM. Era su forma de controlar.

– ¿Durante la dictadura le tocó vincularse a labores de inteligencia o a organismos que cumplían esas funciones en la Policía de Investigaciones?
– Desde que salgo de la Escuela de Artillería mi trabajo se realizó en la sección de extranjería. Esa función no me significaba nada operativo. Era una forma de no verme contaminado con nada. Luego en 1975 soy trasladado a San Javier y posteriormente a Iquique, siempre en labores de secretaría. En 1981 vuelvo a Santiago a Policía Internacional y después me embarco en el área de educación, hasta mi nombramiento como Director General. Desde los hechos de Linares nunca más fui operativo.

– ¿Que lo diferencia a usted de las declaraciones realizadas por los militares en los casos de Linares?
– Yo siempre he dicho lo mismo mientras que los militares responsables de los hechos de la Escuela de Artillería han variado sus declaraciones. Con ellos he tenido sendos careos, los he identificado como responsables y ¿qué hacen?… lo niegan todo o no se acuerdan de su participación. En el mismo caso de María Isabel Beltrán, por ejemplo, yo siempre he afirmado lo mismo respecto de su detención, pero los militares siempre negaron su participación. Recién en el 2003 los uniformados comenzaron a reconocer que habían participado. Reitero: mis silencios en la prensa no significan que he guardado silencio en tribunales. Es ahí dónde hay que hablar.

CLANDESTINIDAD E INFORMANTES

En 1992, Nelson Mery fue nombrado Director General de la Policía de Investigaciones por el Presidente Patricio Aylwin Azocar, quien encabezaba la Concertación por la Democracia luego de derrotar en las urnas al candidato del pinochetismo, Hernán Büchi. Sin embargo, la democracia estaba atrapada por los enclaves de la dictadura. Se mantuvo la Constitución de 1980 y Augusto Pinochet se atrincheró en la Comandancia en jefe del Ejército hasta 1998, para luego autodesignarse senador vitalicio. La decadencia del dictador se inicia con su sorpresiva detención en Londres el año 2000. Hoy se encuentra procesado por violación de derechos humanos y junto con su familia esta siendo investigado por enriquecimiento ilícito, fraude al fisco, posible tráfico de armas y de drogas.

Durante la gestión de Mery se reestructuró el Departamento de Asuntos Internos, conocido como “Departamento V”, área especializada en materia de derechos humanos. Entre 1992 y el año 2003, el “Quinto” ha ubicado más de 6 mil testigos y víctimas sobrevivientes; ha reconstruido los organigramas de la DINA, DINA Exterior, CNI y Comando Conjunto con sus vinculaciones con miembros de Patria y Libertad, descubriendo todas las brigadas operativas y agrupaciones especiales que operaron durante el régimen militar.

Además, descubrieron más de 530 identidades operativas de agentes de seguridad y ubicaron 55 recintos secretos de detención, conformando un archivo con más de 25 mil registros que permiten ubicar a los agentes de seguridad. En auxilio a los tribunales de justicia han detenido más de 300 integrantes activos o en retiro de las Fuerzas Armadas, de los cuales, 250 han sido procesados por diversos delitos. Por último, las acciones del “Quinto”, permitieron la detención de Osvaldo Romo MENA, alias el Guatón Romo (1992), de Miguel Estay Reyno, alias el Fanta (1992) y, de Carlos Herrera Jiménez, alias el Boccaccio (1994), que se ocultaban en Brasil, Paraguay y Argentina respectivamente, con identidades falsas.

– ¿En cuántos casos de derechos humanos ha declarado?
– Como en 10 casos, en algunos como testigo y en otros como inculpado. En general, en los casos de la Escuela de Artillería de Linares siempre he declarado.

– ¿Ha estado procesado por algún caso de derechos humanos?
– Sí, tuve un procesamiento en Linares y fue producto de la contraquerella que presentó la señora Odette Alegría en respuesta a mi querella por injurias y calumnias. Pero la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema me absolvieron. Pese a lo que ha salido en ciertos medios de comunicación, donde se buscó establecer un manto de duda en torno a mi persona, nadie ha declarado que yo lo hubiese torturado o aplicado en su contra algún apremio ilegítimo. Nunca. El reproche más grande es decir que yo estaba ahí, pero responsablemente nadie podría decir que participé en violaciones a los derechos humanos porque sería una mentira.

– ¿Usted cree que han servido de algo sus declaraciones en los juicios?
– Creo que sí y, por lo mismo pienso que ellas son la causa de los problemas que me han traído después.

– En su opinión, ¿judicialmente está claramente establecida la participación de cada uno de los militares y civiles que participaron en violaciones a los derechos humanos en la Escuela de Artillería de Linares?
– Tengo la impresión que en el caso de Linares quedan aspectos más mediáticos que judiciales. Yo sé que, procesalmente, se ha avanzado bastante. Lo que sí queda pendiente son el tema de las exhumaciones que se generan en 1978 (felizmente yo estaba en Iquique en esa fecha) y el tema de los informantes que todavía está en la nebulosa, tanto en Linares como en el resto del país.

– ¿Por qué cree que el ex Presidente Patricio Aylwin lo nombra jefe de la policía de Investigaciones?
– Me nombran director interino por los avances propios del escalafón funcionario. Era el número dos de la institución, por antigüedad, pero provenía de educación y no del área operativa. Horacio Toro respetó el escalafón y me nombraron. En esa oportunidad yo hice presente al Gobierno el caso de Linares y quería que el Ejecutivo lo tuviera suficientemente claro. Así que investigaron y desestimaron mis aprehensiones.

– Al asumir el cargo de Director General usted anuncia que removerá a todos los funcionarios que tuvieron participación en organismos de seguridad como la DINA y la CNI.
– Recuerde usted que en marzo de 1992, al asumir la Dirección General, la Policía de Investigaciones de Chile vivió las repercusiones de los llamados “Planes Halcón” tras conocerse documentos clasificados de inteligencia policial, filtrados por un subcomisario de Investigaciones ligado a organismos de seguridad del régimen militar, lo que significó una preocupación respecto de la lealtad con la Institución que tenían los funcionarios, especialmente quienes habían participado en la ex DINA y ex CNI, que alcanzaban alrededor de 300 activos. En lo personal, pensaba que muchos de ellos seguirían siendo funcionales a los ex organismos de seguridad y estimaba también que generarían bolsones de resistencia al cambio necesario para la reconversión institucional y al compromiso con la democracia.

– Me imagino que no fue la única medida.
– En efecto. Yo asumo y comunico a todo el personal que se termina en la Policía de Investigaciones el apremio ilegitimo y que quienes cayeran en eso serían dados de baja de la institución, tal como se cumplió. Otro aspecto que había que atacar era la deshonestidad y la corrupción y, precisamente donde estaban instalados todos estos problemas eran en los ex DINA y ex CNI, por lo que comencé a removerlos de sus cargos. Pensaba que con ese lastre, Investigaciones no podía funcionar bien. Poco a poco se fue alejando a estos personajes de la Institución, mientras un valioso núcleo de detectives se adhería al proyecto transformador. Nadie puede decir que algunos de estos personajes fueron ascendidos al grado de oficial general durante el tiempo que ejercí el cargo.

Por. Roberto Portilla, el autor es periodista y editor general de Crónica Digital.

Santiago de Chile, 26 de septiembre 2006
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