Han pasado 32 años desde ese día y el fundador del paramilitar grupo de ultraderecha Patria y Libertad sigue siendo el más fiel de los seguidores del Capitán General.
Siempre desde las sombras apoyó y justificó ideológica y jurídicamente las peores barbaries del régimen de facto. Participó activamente junto a Jaime Guzmán en la creación de la Constitución del 80 e inclusive, propuso al Dictador construir el decreto que dejaba sin efecto la elección de Patricio Aylwin como Presidente de la República cuando le quedaba poco tiempo para entregar el cargo. Pablo Rodríguez Grez como siempre solícito ante la bota militar pero jamás escuchado por Pinochet, nunca ocupó un cargo de relevancia en la Dictadura y cuando pensó que su influencia crecía los golpistas optaron por los Chicagos Boys.
En 1998 cuando el Dictador es apresado en Londres por la orden de captura internacional del juez español Baltasar Garzón, por los delitos de genocidio, terrorismo y tortura, Pablo Rodríguez mantuvo un perfil bajo pero cercano al octogenario Capitán General, no participaría en esta primera etapa de la defensa judicial pero si en su defensa política. Por los diarios arengaba la inocencia del ex Comandante en Jefe de las FFAA aduciendo su avanzada edad y estado mental.
Luego, los poderes fácticos logran traer a Chile al Dictador tras ser retenido por 17 meses en Londres. Sin embargo los juicios en contra de Pinochet comienzan a multiplicarse en el país. Los defensores jurídicos de Europa ya no están, a lo menos públicamente y todo el peso de su defensa caen en manos del siempre fiel soldado de la causa del 73, Pablo Rodríguez Grez.
Desde el año 2000, el abogado de la corbata negra ha utilizado como estrategia judicial llenar de incidentes las causas donde esta involucrado Augusto Pinochet. Para ello, ha invocado la calidad de ex – Presidente de la República (¿?), senador vitalicio, por exámenes mentales y por recusaciones a los ministros que lo han investigado como han sido los ministros Juan Guzmán Tapia y Carlos Cerda. El objetivo impedir que avance el proceso. Su esperanza que la justicia tarde tanto que Pinochet no alcance a ser condenado en vida.
Pero, lo peor estaba por venir, Pablo Rodríguez jamás pensó tener que defender al general Pinochet por enriquecimiento ilícito ni mucho menos tener que justificar su actuar. Para la derecha más reaccionaria se justifica la violación de los derechos humanos si tiene una explicación ideológica sin embargo, muy distinto es robar porque coloca a la llamada obra de las FFAA a un mismo nivel que cualquier dictadorcillo de país bananero. Pero, nuevamente, el fiel soldado cerraba filas con Augusto José Ramón.
Pablo Rodríguez afirmó desde un principio que los millonarios fondos del Banco Riggs era producto de la alta capacidad de ahorro del Capitán General. Luego, no supo como explicar las presuntas conexiones de ventas de armas y tráfico de drogas de la familia Pinochet y un séquito de militares. Hoy, pretende cuestionar a los tribunales de justicia al afirmar que la visita de Baltasar Garzón tiene como objetivo pautear a los jueces chilenos, además, nuevamente, entorpece la labor de la justicia y recusa a los jueces para que no dicten procesamientos, tal como sucedió con la decisión de la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones, este martes 29 de agosto, al dejar sin efecto la resolución del ministro Carlos Cerda.
La defensa del fundador de Patria y Libertad ya deja de ser doctrinaria o política a favor del octogenario dictador. Lo que hoy argumenta para alcanzar la impunidad judicial de Pinochet es la prescripción de los delitos económicos como son la malversación de caudales públicos y la falsificación de pasaportes por parte del clan Pinochet o los llamados Capone chilenos como quizás serán recordados en la historia de Chile.
Por. Roberto Portilla. El autor es Editor General de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 1 de septiembre 2006
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