Sepúlveda (49 años), con una vasta obra de novelas, cuentos, ensayos y crónicas, dijo que, de ocurrir ese hecho, los invasores se encontrarán “con la fortaleza de un pueblo que ya los venció en Girón y una Brigada Internacional luchando codo a codo con nuestros hermanos cubanos”.
En declaraciones a la agencia de noticias Prensa Latina, el también cineasta recordó que, desde el triunfo de la revolución cubana, “no han cesado las agresiones, los intentos de invasión, el criminal bloqueo, los actos terroristas, la mentira y las complicidades de dudosos demócratas”.
“Si ayer, durante las décadas de 1960, 70, 80 y 90, ser antimperialistas era un deber, hoy es una necesidad de supervivencia”, enfatizó el intelectual chileno, considerado el escritor contemporáneo más leído del país después de Isabel Allende.
Crítico del abultado historial de intervenciones militares y encubiertas de Estados Unidos en el mundo, y especialmente en Chile, Sepúlveda no escatima adjetivos para juzgar las consecuencias de la política exterior estadounidense.
“Los latinoamericanos conocemos de sobra qué es lo que entienden los norteamericanos por democracia más allá de sus fronteras”, señaló tras recordar, con tristeza, el golpe de militar del 11 de septiembre de 1973.
“Fue organizado y financiado por los Estados Unidos, añadió, según ellos para devolver la democracia a Chile, y todos conocemos que ocurrió”, aseveró.
De igual modo recordó el derribo de gobiernos democráticos en Brasil, Uruguay, Perú, Ecuador y Bolivia “en aras de la democracia”.
En su recorrido por el largo historial intervencionista estadounidense no dejó tampoco de mencionar la invasión de Panamá y Granada, el apoyo a la “contra nicaraguense” y los paramilitares colombianos, hasta las más recientes guerras contra Afganistán e Iraq.
“Toda acción realizada por los Estados Unidos más allá de sus fronteras es violatoria de la legalidad internacional, esa es su historia, no conciben actuar de otra manera, su idea de la democracia nada tiene que ver con el limpio juego democrático”, puntualizó.
Agregó que “hasta que los ciudadanos (de ese país) no elijan gobernantes responsables, decidan ellos, y no las empresas armamentísticas y energéticas lo que debe ser su política exterior, ser antimperialista es la única forma de defender la legalidad internacional y los derechos humanos”.
El autor de Un viejo que leía novelas de amor, historia llevada al cine y traducida a 39 idiomas, reafirmó su “absoluta convicción” de que el destino de Cuba sólo debe ser decidido por los cubanos que viven en la isla y han resistido tantos años de agresiones.
Sepúlveda se define como “un crítico” de la revolución cubana “cuando he tenido que serlo”, porque -afirma- “esa es justamente una de las enseñanzas que mi generación recibió del proceso revolucionario: la necesidad del apoyo crítico, pero responsable”.
Sin embargo, fue categórico en resaltar que jamás ha firmado una declaración contra la isla “porque entiendo que los problemas de Cuba y los cubanos no pueden ser juzgados desde la comodidad intelectual o desde la cobardía de lo políticamente correcto”.
Recalcó que ante “las reanudadas intenciones” de la administración norteamericana de desestabilizar Cuba con motivo de la enfermedad del presidente Fidel Castro y el retiro temporal de sus funciones, es más importante que nunca estar junto al pueblo cubano.
“No puedo menos que estar junto a los miles de compañeras y compañeros de todo el mundo, que reclamamos respeto por la soberanía de Cuba y de su pueblo”, enfatizó.
Santiago de Chile, 24 de agosto 2006
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