De acuerdo con reportes de prensa, especialistas de la institución SemBioSys Genetics colocaron el gen productor de la insulina en semillas de alazor, un vegetal también nombrado cártamo, usado comúnmente en la obtención de aceite.
Andrew Baum, ejecutivo de esa entidad, explicó que la planta debe crecer para que el gen se active y la semilla fabrique la insulina, que luego debe ser cosechada y purificada.
Se espera que una vez puesto en funcionamiento, este método potenciará la obtención de mayores volúmenes de la valiosa sustancia, que actualmente se obtiene mediante un proceso costoso de fermentación de bacterias en depósitos.
Algunos estimados optimistas predicen que los costos de producción descenderían un 70 por ciento y el valor de adquisición un 40 por ciento o más, posiblemente.
Los canadienses confían en que su tecnología pueda satisfacer las demandas mundiales de insulina.
En el planeta, cerca de 180 millones de personas padecen la diabetes, número que puede duplicarse hacia 2030, de acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de la salud.
Además, hay millones de personas consideradas dependientes de la insulina medicamentosa, según el tipo de diabetes que padecen, generalmente la II o más severa.
Considerada inicialmente un flagelo de los países pobres o en vías de desarrollo, el mundo desarrollado ve incrementarse el número de aquejados, en lo que influye la incidencia de la obesidad, hipertensión y dietas no saludables, ricas en grasas polisaturadas.
El aporte científico canadiense debe pasar por pruebas de ensayo en animales.
Montreal, 21 julio 2006
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