Un artículo de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), publicado en el diario Granma, calificó a la organización europea de “Bella Durmiente” ante los planes anticubanos del presidente norteamericano, George W. Bush.
Alarcón condenó las denominadas medidas adicionales contra la nación caribeña aprobadas por la Casa Blanca el pasado 10 de julio, que incluyen iniciar juicios a Estados por comerciar con Cuba, tal como se establece en el título III de la ley Helms-Burton.
Recordó que cuando en 1996 Estados Unidos promulgó esa ley, Europa no condenó su carácter genocida e intervencionista, ni su propósito de acabar con la independencia y la soberanía de Cuba sometiéndola a servidumbre y completa dominación.
A la UE sólo le molestaban algunos aspectos de la Ley que afectaban sus propios intereses y por eso apenas protestó los títulos III y IV de ese adefesio, puntualizó.
Estos otorgan autoridad ilegal a los tribunales norteamericanos para emprender juicios a partir de reclamaciones presentadas por supuestos dueños de propiedades nacionalizadas en Cuba y también niega visas de entrada a Estados Unidos a quienes inviertan en la isla.
Aseguró Alarcón que los europeos no protestaron por el resto de la Ley porque esos gobiernos, de un modo u otro, eran cómplices de la política anticubana de Washington.
Añadió que se vieron obligados a criticar parcialmente la ley por la presión de la opinión pública y presentaron una demanda oficial ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Explicó que finalmente se pusieron de acuerdo, se retiró la demanda y la UE declaró seguir apoyando los intentos norteamericanos para subvertir a la sociedad cubana.
El dirigente parlamentario afirmó que los europeos se conformaron con una suspensión de la aplicación del título III a cambio de la cual debían hacer exactamente lo ordenado.
Pero Europa no reaccionó cuando los norteamericanos castigaron arbitrariamente a empresas al amparo de la misma ley, que sigue intacta y, al contrario, Washington pudo agradecer públicamente su cooperación en la realización de los actos contra Cuba.
Cooperación tan generosa y desinteresada no ha sido afectada por las repetidas violaciones a la soberanía europea y a los derechos de sus empresas y ciudadanos, pues nada perturba el plácido sueño de la UE, patentizó Alarcón.
Al referirse a las nuevas medidas de Bush especificó que describen hasta el detalle el genocidio que imagina podrá realizar con los cubanos, amenaza con permitir los juicios previstos en el título III y anuncia reforzar la aplicación de las sanciones del título IV.
La Unión Europea guarda silencio, ninguna cancillería ha susurrado siquiera una palabra, nadie en Europa se ha dado por enterado, recalcó.
Manifestó que pedir a la UE condenar los planes secretos para atacar a la revolución cubana y las nuevas y crueles restricciones a las familias cubanas, sería pedir demasiado.
Igualmente, suponer que se opongan a las estúpidas y criminales prohibiciones contra las iglesias y los desvergonzados intentos por socavar la Operación Milagro y los servicios de salud mediante los cuales se salva la vida a millones de personas.
En eso de pactar con los fascistas, de dejarles las manos libres, hay bastante experiencia allende el Atlántico, pero también la hay, dolorosamente, de las consecuencias y muchos recuerdan a Munich y Chamberlain, sus paraguas y todo el horror que vino después, concluyó.
La Habana, 18 de julio 2006
Prensa Latina , 0, 53, 7