Merino, quien ha estudiado profundamente el proyecto forestal y de producción de pulpa enclavado en el valle de Itata sostuvo que no se puede obligar a 45 mil personas a beber aguas contaminadas por los riles, por cuanto la propia Conama indica en cifras oficiales que Celco usará en sus procesos diarios 55 toneladas de hidróxido de sodio; 63 toneladas de carbonato de sodio; 63 toneladas de carbonato de calcio; 43 toneladas de ácido sulfúrico; 12 toneladas de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), entre otros productos químicos.
Éstos productos, inevitablemente, transformados o no, irán a los riles y contaminarán el río Itata junto a otros compuestos que se agregarán y que son dañinos tales como ácidos resínicos, compuestos organoclorados, fenoles y diferentes metales pesados, aclaró el académico que se ha destacado por iniciar un proceso de información a la población de la zona y que ha sido considerado en importantes debates y charlas.
Merino dijo además que el ex intendente, Jaime Tohá, estaba más consciente de ello, al declarar por televisión, radios y prensa, que primero estaba la salud de sus habitantes y costara lo que costara, esto se iba a evitar.
PROYECTO RECHAZADO
El docente chillanejo recordó que el año 2000, cuando se presentó por primera vez el proyecto Celulosa Itata para 550.000 toneladas, fue rechazado por la Corema por considerarlo dañino para la salud y no ser fuente de empleo comparativamente a las actividades propias de la Región.
Esto fue ratificado por la Corte de Apelaciones, coincidiendo con la Corema. Sin embargo, Celco apeló a la Corte Suprema quien lo aprobó en definitiva. De ahí en adelante, hubo manga ancha, para subirse entre otros a 850.000 toneladas de producción al año, aclaró el enólogo.
En tanto, la empresa Essbio, el año 2000 señaló que no poseía procedimientos para eliminar compuestos tóxicos y que si llegaran a obtenerlos, el costo adicional lo pagarían los propios consumidores.
INDUSTRIA FORESTAL DAÑA EL EMPLEO
Merino argumentó que expertos de la Universidad Católica, ante consultas del Consejo Consultivo de la Conama, declararon que las viñas son proveedoras de mayor empleo en la zona y que incompatibilidad entre una Planta de Celulosa y la producción de vinos. La pérdida de imagen provocó que ya se rechazara una partida de 80.000 botellas de vino orgánico, por esta razón a Suecia, país forestal conocedor del tema, dijo.
El valle de Itata tiene una alta productividad agrícola, vitivinícola, ganadera, pesquera y turística, y la instalación de un proyecto forestal industrial de tal magnitud alterará en forma irreversible el sistema socioeconómico de la zona, el que se ha caracterizado por la excelencia de sus productos llegando en el caso de los vinos a tener denominación de origen.
Es inconcebible en cualquier parte del mundo, que el Consejo Consultivo de la Conama, constituido fundamentalmente por el Consejo de Ministros, haya aprobado que puedan ser vertidos los riles al río Itata, hasta con un caudal de 3,4 metros cúbicos por segundo, en circunstancias que el caudal ecológico del río son 10 metros cúbicos por segundo, explicó el académico.
Merino expresó que el caudal ecológico de un río es el caudal mínimo necesario para mantener la fauna y la flora de un río.
NO SE ESTUDIO EL LITORAL MARINO
El profesor universitario recordó también que ni en el primer Estudio de Impacto Ambiental, como tampoco en el segundo, para 856.000 toneladas, se estudió el litoral marino, porque se sabía que la plataforma marina era muy baja y que el río en su desembocadura, incluso tenía corrientes circulares hacia la costa y no hacia el interior del océano, sin embargo la aprobación del EIA lo convirtió en un proyecto legal.
El funcionamiento de la planta puede que llegue a ser legal, pero no es justo para los habitantes del valle. Entre lo legal y lo justo, opto por lo justo, recalcó Merino.
Además, destacó el rol de los ciudadanos y los parlamentarios que han sido fieles custodios, además de ayudar a una mejor calidad de vida de los habitantes de una región, sea ambientalmente concebido y socialmente responsable.
Chillán, 3 de julio 2006
Crónica Digital
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