Por si todo lo anterior no fuera suficiente, evita el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, de provocar un embarazo indeseado o de enfrentarse a un marido celoso. Es más económica, no hay que pagar cuentas altas en un buen restaurante y ahorra tiempo, porque no hay que ir a ninguna parte. Pero también tiene una desventaja abrumadora: no es tan divertida como la buena relación sexual, por anticuada que esta sea, ni da la oportunidad de obtener la satisfacción emocional que proviene de una experiencia cálida y amorosa.
Lamentablemente, la mayor parte de los adolescentes que se masturban se sienten llenos de culpa. Por siglos y siglos fue una actividad tan temida y criticada, que nos tomará todavía mucho tiempo aceptarla como natural. Hace apenas unas cuantas décadas, un gran número de doctores consideraba la masturbación una amenaza para la salud física y mental; se pensaba que afectaba al cerebro y que, especialmente en los adolescentes, detenía el proceso de madurez. Y, por supuesto, casi todas las religiones la consideraban un grave pecado.
Una pieza en el rompecabezas
La verdad es que la mayoría de los seres humanos, sin importar su raza, color, condición social o económica, sexo y cultura, se ha masturbado, se sigue masturbando y seguirá haciéndolo mientras le guste.
El orgasmo producido por uno mismo es una pieza fundamental en el rompecabezas sexual: es la primera aventura de la adolescencia, la liberación más sencilla de los años adultos y el consuelo final de la vejez. Además, la masturbación terapéutica, u orgasmo a la orden, juega un papel vital en la corrección tanto de la incapacidad sexual masculina, como de los problemas de la mujer para lograr el orgasmo a través del coito.
Decir que es perjudicial, es tan tonto como decir que la relación sexual es una actividad dañina. Excepto por un pequeño detalle, los dos hechos son fisiológicamente idénticos. Los órganos sexuales no saben distinguir entre un orgasmo producido por la masturbación y uno provocado por la copulación, debido a que el lugar donde se produce es el mismo en ambos casos: el cerebro.
Para algunos seres humanos constituye la única alternativa y durante la adolescencia opera como aprendizaje. Al establecer los reflejos sexuales y centrar la atención del jovencito o jovencita en los propios genitales, prepara el escenario para una experiencia sexual completa.
La frecuencia con que se practique casi nunca es un problema, puesto que los genitales tienen sistemas de protección naturales. Después de cada orgasmo, existe en el hombre un período de tranquilidad, necesario antes de que los nervios sexuales puedan volver a transmitir impulsos. Durante ese intervalo no es posible una nueva actividad sexual. Este período va de tres a cuatro minutos en un chico de 14 años, a unos 30 minutos en un hombre maduro, en la mayoría de los casos. Las cifras son aproximadas, puesto que la actividad sexual es afectada por muchos factores, incluyendo la actitud de la pareja sexual, el tiempo transcurrido desde el coito anterior y las presiones a que estemos sujetos. Las mujeres pueden experimentar un gran número de orgasmos en una sola experiencia de masturbación, pero casi siempre se presenta el agotamiento antes de que pueda ocurrir un daño físico.
Cuando se empieza a tener relación sexual con una pareja, esta práctica queda atrás, aunque puede volver en períodos de privación sexual. Durante la vida adulta puede ser un complemento racional del coito, y no un sustituto de este.
De lo que no se habla
¿Por qué el sexo oral es tan poco mencionado por los educadores sexuales? ¿Mencionado o practicado? Porque probablemente las dos cosas van juntas. Que una persona quiera o no practicarlo, es su decisión personal, pero, desde luego, la mejor forma de tomar una decisión es conocer todos los hechos en torno a esta actividad.
Es bien conocido que a las mujeres les encanta el sexo oral practicado en ellas. No a todas les gusta hacérselo a su compañero sexual. De hecho, muchas se preguntan por qué los hombres parecen siempre dispuestos a darles este placer, a pesar de que ellas le confiesen que no van a corresponderles. El primer atractivo que el cunnilingus tiene para un hombre es precisamente la gran excitación que provoca en la mujer. Todo hombre descubre con rapidez que cuanto más excitada esté su pareja, más satisfactorio resultará el coito para él. Ese es un gran incentivo para darle y hacerle lo que más le gusta, como le gusta y donde. Si se trata del cunnilingus, magnífico.
Pero hay otro factor que es todavía más interesante: la piel de los labios genitales y del clítoris está llena de una variedad de glándulas super especializadas que secretan todo tipo de sustancias químicas extrañas y exóticas. La mayor parte de estas sustancias nunca han sido analizadas con todo cuidado, por lo tanto, la ciencia médica no las conoce muy bien todavía. Los estudios que se han hecho han identificado sólo unas potentes esencias aéreas llamadas feromonas. Cuando un hombre practica el cunnilingus se expone a todo un conjunto de sustancias químicas potentes y misteriosas. Es muy probable que tengan un efecto profundamente estimulante en su propia sexualidad. Y en este sentido, los humanos no estamos solos. Los órganos sexuales femeninos son en los mamíferos un centro de estimulación extremadamente primitiva, que se remonta a millones de años atrás y que existía en los animales antes de que apareciera el hombre. Las mismas feromonas que se han descubierto en las mujeres existen en muchas hembras de los mamíferos y tienen un efecto intensamente afrodisíaco en los machos de esa especie. Así que es muy posible que lo mismo suceda en los seres humanos.
¿Existen realmente las mujeres frígidas?
La peor parte de este viejo mito sexual es el adjetivo frígida. Se asocia con la idea de frialdad e implica también que la mujer que sufre esta condición es lejana, introvertida e indiferente.
Nada más lejos de la verdad. Algunas de las damas más bondadosas, gentiles y amorosas que han existido sobre la faz de la tierra no han podido lograr nunca el orgasmo durante el coito con su marido. Colgarles la etiqueta de frígidas no mejorará para nada las cosas.
La incapacidad para lograr el clímax durante la copulación es casi ciento por ciento curable, puesto que por lo general es resultado de un problema emocional. En tanto las conexiones nerviosas entre el clítoris, la vagina y el cerebro estén intactas, la mujer tiene una notable probabilidad de lograr el orgasmo.
Hay solo dos razones por las que una mujer no logra el orgasmo durante el acto sexual: su pareja o ella misma. Dijo Balzac: Un hombre que trata de hacer el amor a una mujer es como un mandril tratando de tocar el violín. Aparte de hacer que los hombres se sientan más inseguros de lo que ya están, y de exagerar un poco las cosas, estuvo en lo correcto al hacer notar que en cuestiones sexuales ayuda mucho tener un buen maestro. En cuanto al aprendizaje del violín, hay en verdad excelentes maestros que enseñan a tocarlo.
Por otra parte, la relación sexual es la más íntima de todas las experiencias humanas y también una de las más individualizadas. Nadie sabe más sobre el tipo de caricias que la excitan y prefiere, que la mujer misma. La mayor contribución que un hombre puede hacer para ayudar a su pareja a lograr el orgasmo, es preguntarle qué le gusta y hacer eso precisamente. Algunas mujeres nunca han experimentado un orgasmo, de ningún tipo. En estas circunstancias, la masturbación (con un vibrador o sin él) generalmente produce la primera experiencia de orgasmo y pone en marcha los reflejos sexuales. En los casos más afortunados, es simplemente cuestión de transferir el mismo tipo de respuesta a la copulación. Pero si esto no funciona, no tiene sentido perder el tiempo. La solución lógica es atacar el problema en su origen: las emociones. Un tratamiento intensivo en manos de un psiquiatra o psicólogo experimentado da los mejores resultados.
Esperar, preocuparse y sufrir es una tontería. No hay razón alguna para privarse de este derecho.
Por: Dr. David Reuben *Médico-psiquiatra, sexólogo y autor de Todo lo que usted siempre quiso saber acerca del sexo pero temía preguntar, Cómo enriquecer la vida sexual, ¡Cualquier mujer puede!, y otras obras que le han merecido ser reconocido mundialmente como uno de los más prestigiosos profesionales en materia de educación sexual.
Revista Juventud Rebelde
Santiago de Chile, 25 de junio 2006
Crónica Digital
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