El sueño de a unidad de los cristianos, bajo relaciones de justicia y paz universal, se conectan plenamente con las aspiraciones de “Otro mundo posible”, que surgen desde esta emblemática ciudad del sur de Brasil. Tal como lo expresó, Secretario General del CMI, Samuel Kobia: “Esta Asamblea ha afirmado la vitalidad del movimiento ecuménico y el compromiso de las iglesias con la visión y la meta ecuménicas de la unidad, así como con la búsqueda de un mundo más justo y pacífico”.
Una voz común.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es la mayor y más representativa de las expresiones del Movimiento Ecuménico. Agrupa a 342 iglesias, denominaciones y comunidades de iglesias en más de 100 países, y representa a más de 400 millones de personas.
Fue fundado (como las Naciones Unidas) en 1948, e incluye a la mayoría de las Iglesias Ortodoxas y a las principales denominaciones protestantes herederas de la Reforma del Siglo XVI, como Anglicanos, Luteranos, Metodistas, Bautistas y Reformados.
Si bien, todavía es minoritaria la participación de Iglesias Pentecostales, su número ha aumentado en los últimos años y existe vivo interés por potenciar su participación futura.
Por su parte la Iglesia Católica no es miembro del CMI, pero colabora de distintos modos, por lo cual participó activamente en la asamblea por medio de una delegación de observadores.
Las Asambleas del CMI se realizan cada siete años. En esta ocasión concurrieron 700 delegados oficiales de las diferentes Iglesias, que participaron con voz y voto en la Asamblea y además 4.000 participantes en un espacio paralelo denominado “Mutirão”, que consistió en más de 200 talleres y seminarios, acontecimientos y exposiciones culturales, lo que constituyó una oportunidad de profundizar en reflexiones sustanciales sobre el tema de esta convocatoria: “Dios , en tu gracia transforma el mundo”.
La palabra “Mutirão”, de origen indígena tupi-guarany, describe un esfuerzo conjunto en pos de un objetivo: algo parecido a la “Minga” de Chiloé. En este espacio nuestro Centro Ecuménico Diego de Medellín ha participado activamente, lo que nos ha permitido complementar y acompañar las deliberaciones de la Asamblea, haciendo parte del movimiento ecuménico de base, que desarrolla innumerables iniciativas transformadoras en todo el mundo.
La IX Asamblea estableció una nueva agenda para el CMI en el próximo período en materia de relaciones ecuménicas e inter-eclesiales, acordó varias iniciativas programáticas de peso para consolidar la comunidad fraternal de iglesias y eligió nuevas autoridades para liderar a la organización en este nuevo mandato.
El nuevo Comité Central eligió al pastor Walter Altmann, de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en el Brasil como moderador del CMI. Además designó 8 presidentes para representar al Consejo en sus respectiva regiones.
La presidencia de la región latinoamericana será ocupada por la Pastora Ofelia Ortega, de la Iglesia Presbiteriana-Reformada de Cuba.
Más que votar, buscar caminos juntos.
Un cambio importante en esta asamblea fue la determinación de tomar de decisiones por consenso.
Las reformas surgieron de la preocupación de las Iglesias Ortodoxas miembros del CMI, que manifestaron en la Asamblea de Harare, en 1998, su insatisfacción por el sistema parlamentario de votación, que era percibido como ajeno al sistema empleado en las Iglesias Orientales y que no colaboraba en la creación de un sentido de pertenencia y de comunidad.
El modelo de consenso no significa necesariamente unanimidad, sino como un medio para preservar la diversidad, respetar las diferencias y al mismo tiempo superar las contradicciones que se presentan en un espacio tan diverso como el CMI.
Entre otras declaraciones, la Asamblea realizó un fuerte llamado a renovar los compromisos con el Decenio para Superar la Violencia (2001-2010) por medio del empeño en el diálogo interreligioso y la plena participación intergeneracional de todos los hombres y todas las mujeres.
El debate sobre el discernimiento de los medios proféticos y programáticos para alcanzar la justicia económica mundial también ocupó un lugar muy central en la discusión de Porto Alegre. Desde Harare, en 1998, la Comisión de Justicia, Paz y Creación del CMI preparó el documento ” Globalización alternativa para las personas y la tierra” ÁGAPE.
Esta propuesta generó una de las discusiones más acalorados de la Asamblea, al contrastar las visiones de los delegados de América Latina y Africa con las opiniones de las Iglesias Europeas.
El documento ÁGAPE planteó que el proyecto de globalización económica está dirigido por una ideología defensora de unas fuerzas de mercado sin restricciones, lo que beneficiaría exclusivamente a los intereses políticos y económicos dominantes.
En esta línea, la teóloga brasileña Nancy Cardoso llamó a la Asamblea a fortalecer la denuncia profética frente a las transnacionales, afirmando simple y directamente frente a las fuerzas del capital: “¡Ustedes solo son humanos! ¡Ustedes no son dioses!”.
Una oración valerosa.
El Mensaje final Asamblea, redactado como una invitación a la oración, recoge este espíritu, y afirma con fuerza: “Dios, escucha el clamor de toda la creación, los gemidos de las aguas, el aire, la tierra y todos los organismos vivos, el llanto de quienes son explotados, marginados, abusados y víctimas de la violencia, de los desposeídos y silenciados, cuya humanidad es menospreciada, de quienes sufren a causa de enfermedades de todo tipo o de la guerra y de la violencia de los arrogantes que eluden la verdad, distorsionan la memoria y niegan la posibilidad de reconciliación… Por el poder y la orientación de tu Espíritu, oh Dios, que nuestras oraciones no sean palabras vanas, sino una respuesta diligente a tu Palabra viva en la acción noviolenta directa por el cambio, en actos claros y audaces de solidaridad, liberación, sanación y compasión, compartiendo con presteza las buenas nuevas de Jesucristo. Abre nuestros corazones para amar y que veamos que todas las personas están hechas a tu imagen, para cuidar de la creación y afirmar la vida en su maravillosa diversidad”.
Por: Alvaro Ramis. El autor teólogo y escritor chileno. Colaborador de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 14 de marzo 2006
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