Yo fui criada con una leche que decía deber, ha dicho la nueva mandataria en referencia a la rigurosidad y el sentido de la disciplina impuestos sobre todo por su padre, el general de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet.
Ema Escobar, en cambio, formó a su hijo con la misión de destacarse. Ella siempre dijo que Ricardo Lagos sería Presidente. Por lo mismo, la carrera política del saliente mandatario -al igual que la de sus predecesores- estuvo marcada por el interés en el poder.
“Yo nunca tuve la ambición de poder, solo la voluntad de servir. El cargo que asumo hoy me lo han dado ustedes y siento la responsabilidad que significa”, dijo la víspera la nueva mandataria en su primer discurso desde el balcón de su despacho presidencial.
Interrumpida constantemente por los aplausos de una multitud que se reunió espontaneamente frente al Palacio de La Moneda, la nueva gobernante prometió “un nuevo estilo de hacer política” y llamó a desterrar la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la exclusión.
Otro rasgo que marca el cambio que se inicia es la visión del rol de los partidos políticos en el gobierno: a diferencia de sus predecesores, que provienen todos de las elites -muy mal evaluadas en Chile-, Bachelet no ocupó nunca cargos de nomenclatura partidista.
Lagos, por ejemplo, nunca fue un simple miembro de fila. Ella en cambio sabe cómo funcionan porque ha sido siempre una militante obediente que partió desde las bases. Además, su rechazo está marcado porque los políticos hicieron todo por abortar su opción presidencial.
Mientras el mandatario saliente se apoyó en ellos para gobernar, Bachelet ha actuado a distancia y los ha tenido marginados desde su campaña presidencial: todos se quejaron de no ser tomados en cuenta o tener poco acceso a su comando político.
Otra demostración la dio con la designación de su gabinete ministerial: dejó fuera a varias “vacas sagradas” de las cúspides partidarias que se repetían de gobierno en gobierno bajo el esquema de que en su administración nadie “se repetiría el plato”.
Además de su condición de “outsider”, Bachelet tuvo que enfrentar también el rigor de las campañas que pretendian cuestionar su liderazgo y carácter por el hecho de ser mujer, en uno de los países de América Latina donde las féminas son más marginadas y explotadas.
Desde un inicio planteó la necesidad de construir un país de iguales en términos de género y hasta el momento ha sido consecuente: contra todas las banderas designó un gabinete paritario entre hombres y mujeres y ahora busca más.
Quiere que eso sea extendido a la política y anunció que trabaja en un proyecto de ley que establece cuotas obligatorias de mujeres que los partidos políticos -tanto de gobierno como de oposición- deben tener para los cargos de elección popular.
Según cifras oficiales, las mujeres representan el 36 por ciento de la fuerza laboral del país, sobre un promedio regional del 45, mientras llegan a ganar hasta un 30 por ciento menos que los hombres por igual trabajo.
En los últimos años la representación femenina en el parlamento chileno no alcanzó siquiera a una quinta parte de los cargos, en una situación que se repitió el sábado con la nueva oleada de congresistas elegidos el pasado 11 de diciembre.
De 120 diputados electos sólo 18 serán mujeres, equivalentes al 15 por ciento del total, mientras que en la Cámara Alta compuesta por 38 miembros habrá solamente dos senadoras, que representan apenas un 9,5 por ciento.
Esta percepción de cambio fue admitida ayer por el presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Leal, del oficialista Partido por la Democracia (PPD), uno de los más golpeados por la nueva presidenta en las designaciones de cargos en el gobierno.
“La verdad es que esto marca una diferencia cultural muy importante, aquí hay un cambio de liderazgo, un cambio de elite respecto de la elite que ha gobernado la transición. Hay un cambio generacional y yo no tengo duda de que va a haber un cambio de mirada”, señaló.
Por: Angel Pino Rodríguez. El autor es corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 13 de marzo 2006
Crónica Digital , 0, 53, 3