Allí estaba prevista la realización de un encuentro con importantes firmas y empresas norteamericanas interesadas en las potencialidades del mercado energético de la mayor de las Antillas.
El encuentro estaba organizado por la Asociación de Comercio Estadounidense-Cubano,según informó el diario Granma.
“El evento era abierto a la prensa y contaba con la participación de directivos de Valero Energy Corporation, la refinería más grande de Estados Unidos, además del Consejo Nacional de Comercio Exterior y de firmas como Exxon Mobile y Caterpillar”, aseveró el diario cubano.
También se encontraban, miembros del Departamento de Desarrollo Económico del estado de Louisiana y el puerto de Corpus Christi, de Texas.
La delegación cubana estaba integrada por 16 funcionarios, encabezados por Raúl Pérez del Prado, viceministro de la Industria Básica, quienes fueron expulsados el viernes pasado del María Isabel Sheraton, cuya gerencia confiscó el depósito que la misión cubana había pagado por concepto de estadía durante tres noches y lo envió a engrosar la multimillonaria suma de fondos cubanos que el gobierno de los Estados Unidos mantiene congelados en bancos norteamericanos de forma ilegal y arbitraria.
Los empresarios estadounidenes presentes en el encuentro expresaron su rechazo al desalojo ordenado desde Washington contra la misión cubana.
El hotel Sheraton, ubicado en el Paseo de la Reforma, del DF, y propiedad de la firma Starwood Hotels and Resorts Worldwide, con sede en Phoenix, Arizona, ya en 1992 había cancelado un contrato con el entonces Instituto Nacional de Turismo de Cuba, argumentando la aplicación de la ley Torricelli que prohíbe a empresas norteamericanas y sus subsidiarias establecer vínculos comerciales con la Isla.
Esta vez la portavoz de la compañía, Ellen Gallo, afirmó que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ordenó la aplicación de la Helms-Burton a su hotel en la capital mexicana. La propia Gallo reconoció que el dinero pagado por la delegación cubana al hotel fue enviado a la OFAC por orden expresa de esa dependencia.
Según el diario El Universal, la vocera de la embajada de Washington, Judith Bryan, argumentó que, al ser propiedad de una empresa norteamericana, el hotel debía acatar las leyes de Estados Unidos.
Ante la afrenta, el encuentro cubano-estadounidense, el sexto que reúne a empresarios de las dos naciones, tuvo que culminarse en el hotel Colón Misión, donde el viceministro Pérez del Prado denunció ante la prensa el carácter absurdo, bochornoso e irracional de los sucesos del Sheraton y destacó lo insólito de que la extraterritorialidad de las leyes estadounidenses se aplique en la hermana República mexicana.
Medios de prensa locales consignaron que el Gobierno mexicano se deslindó del incidente. Es un asunto entre particulares, dijo la Secretaría de Relaciones Exteriores a través de la Dirección de Comunicación Social, según publicó el diario Milenio.
El diario La Jornada, por su parte, calificó de acto inaceptable y totalmente reprobable, que vulnera la legislación de México, la ejecución en ese país de la ley Helms-Burton contra Cuba.
Para los cubanos no resulta sorprendente ni mucho menos la orden de la OFAC, que incluyó que a la delegación cubana se le negaran los alimentos e incluso el tránsito por los pasillos del Sheraton.
Cuba tiene más de 46 años de enfrentar el cerco inhumano y criminal, rechazado por el voto de 182 países, incluido el de México, en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Por tanto el tema del bloqueo no es una cuestión entre particulares, mucho menos cuando en su ejecución Washington vulnera las leyes de otro país, donde este aborrecible e inaceptable hecho ha causado indignación en medios políticos, sociales y empresariales.
El bloqueo más largo de la historia resulta una vergüenza para la potencia imperial que se erige en gendarme mundial e intenta rendir por asfixia a 11 millones de cubanos.
Pero también es un atropello a la soberanía del pueblo de Benito Juárez, que ha sufrido en carne propia la voracidad del poderoso vecino.
Una vez más, la soberbia y la prepotencia imperial pretendieron cercenar un respetuoso y fructífero encuentro entre ciudadanos de las dos naciones. Es reflejo de su impotencia ante la creciente oposición que en amplios sectores de Estados Unidos encuentra su absurda y criminal política. Es expresión del temor a la fortaleza de la Revolución, a sus perspectivas económicas, al éxito de la estrategia energética que revoluciona el país. Esta administración se muestra cada vez más llena de odio, bajeza, y repugnante y cobarde mezquindad.
Santiago de Chile, 7 de febrero 2006
Crónica Digital/Granma
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