La futura secretaria de Estado, quien asumirá el 11 de marzo próximo, explicó que “la vía pacífica y de la diplomacia” permiten a los países resolver estos problemas, que generalmente derivan de situaciones internas, pero que se trata de “temas muy menores y manejables”.
“Yo no tengo una sensación de inseguridad de este tipo en la región, sino más bien que estamos en un periodo de agitación política en algunos países y eso también hace aflorar sentimientos de nacionalismo y declaraciones a veces extremas de algunas entidades políticas”, dijo.
Consultada acerca de las críticas que se hacen en el exterior a las millonarias compras militares en Chile, Blanlot se apegó estrictamente a la posición oficial al subrayar que se trata de un proceso de renovación y modernización y no una carrera armamentista.
“Chile ha tenido una trayectoria de gasto bastante moderado en los temas de Fuerzas Armadas y en armamento”, insistió, tras subrayar que se trata “más bien de coyunturas políticas de los países que hacen que se sobrereaccione por momentos a lo que hacen los vecinos”.
Para la segunda mujer que ocupa esa cartera en la historia del país después de la presidenta electa Michelle Bachelet, la renovación de equipamiento en curso en las tres ramas castrenses es un proyecto de envergadura. “Yo diría que complejo”, puntualizó.
Blanlot, quien como Bachelet posee una extensa tradición familiar en las Fuerzas Armadas, apuntó que pese a las críticas “es muy necesario y se hará con los mismos grados de consenso con que se han dado todos los demás pasos en el tema de modernización de nuestras Fuerzas Armadas”.
La presidenta-electa ha insistido desde su campaña que una de las tareas prioritarias en su gobierno será mejorar las tirantes relaciones con los vecinos, especialmente con Bolivia y Perú, a los que Chile arrebató vastos territorios a finales del Siglo XIX.
Bolivia -con el que no existen relaciones diplomáticas desde fines de los años 70- ha reclamado históricamente una salida soberana al mar, mientras Perú busca revisar los límites marítimos en su frontera sur con Chile.
No obstante su anunciada “buena voluntad”, Bachelet ha dejado claro que en ningún caso accederá a devolver soberanía.
Santiago de Chile, 1 de febrero 2006
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