La hija mayor del ex gobernante, la más política y su más cercana confidente, se fugó del país el fin de semana para evadir la justicia y apareció sorpresivamente el martes en Washington, donde pidió asilo político para “vergüenza y escarnio” de la democracia chilena.
Lucía es acusada -junto al resto del clan de quien fue el hombre más temido de Chile (madre, hermanos y colaboradores)- por evasión de impuesto, en una suma que se aproxima al millón de dólares, y uso de pasaportes falsos en la época cuando padre era dictador.
Las informaciones sobre el escándalo acaparan hoy los principales espacios informativos del país y desplazan del primer plano temas tan importantes como la composición del nuevo gobierno y la visita de Estado que realiza a Chile el presidente mexicano Vicente Fox.
En apresuradas declaraciones anoche a la prensa, en las que confirmó la solicitud de asilo en Estados Unidos, el ministro chileno del Interior, Francisco Vidal, dijo que la situación provocada por la hija del ex gobernante ha causado “serias molestias” en el seno del gobierno.
“Obvio (que hay molestia), porque normalmente, en la historia contemporánea, asilo político es cuando en los países no hay estado de derecho”, dijo Vidal, quien como jefe de Gabinete es considerado el segundo hombre del aparato gubernamental.
Ese malestar también fue señalado por el presidente Ricardo Lagos, quien calificó ayer de “triste” la situación creada por la fuga de Lucía Pinochet.
“Todo (esto) afecta al país. Es triste”, dijo Lagos antes de conocerse -incluso- de la decisión de la prófuga de pedir asilo político ante las autoridades norteamericanas, situación que pone en aprieto las estrechas relaciones entre Washington y Santiago.
En una carta publicada la víspera por el diario “La Segunda”, Lucía Pinochet anunció que volverá al país para “aclarar cualquier duda” y acusó a los organismos chilenos de “menoscabar y desprestigiar la honra de las personas”.
Chile no tiene acuerdos de extradición con Estados Unidos y las autoridades del país del norte tienen ahora la difícil tarea de definir qué hacer con la incómoda presencia en su territorio de la hija de quien fue su más cercano y fiel servidor por más de 17 años.
Lucía Pinochet quedó el martes bajo custodia del Servicio de Inmigración estadounidense, que tiene un plazo de tres días para estudiar si el pedido de asilo procede o no, según explicó el canciller chileno, Ignacio Walker.
“En este lapso de tiempo, Estados Unidos debe tomar una decisión sobre la materia” señaló el ministro, quien mostró su total confianza en que la petición será rechazada pues “carece de todo fundamento”.
El clan Pinochet en su conjunto (la esposa Lucía Hiriart, los hijos Augusto, Verónica, Jacqueline, Lucía y Marco Antonio, y la nuera María Soledad Olave -esposa del menor-, adeudan más de seis millones de dólares por impuestos dejados de pagar.
De los cinco hijos del nonagenario ex dictador, la mayor de las mujeres, Inés Lucía (62), era la única que, al menos hasta 1990, resultaba conocida para la opinión pública chilena.
Ha sido la más visible y una de las voces más insistentes a la hora de destacar su obra. Tuvo siempre alto protagonismo y participó en diversas fundaciones durante y después del régimen de su padre, de cuya obra y figura ha sido una de las más locuaces defensoras.
Aunque negó en numerosas ocasiones tener ambiciones políticas -fue secretaria del dirigente de la Democracia Cristiana Belisario Velasco-, sí llegó a sopesar las ofertas de postular a un cupo parlamentario en las elecciones de 1993 y 1997.
Su cercanía con él explica que sea una de las más involucradas en los manejos de dineros del caso Riggs, con numerosas cuentas bancarias en Estados Unidos y millonarias inversiones.
Por: Angel Pino R, el autor es corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 26 de enero 2006
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