Mientras el Ejecutivo apela a maniobras en el Congreso para tratar de mostrar la inconsecuencia política de Piñera, sus partidarios no cesar de atacar al oficialismo por el uso de la maquinaria gubernamental y los fondos públicos en apoyo de Bachelet.
El clima de confrontación llegó a su máxima expresión el jueves con la aparición de banderas de la oficialista democracia cristiana (DC) en una manifestación a favor de Piñera, lo que generó una airada reacción del líder de esa agrupación, Adolfo Zaldívar.
El controvertido empresario ha centrado su campaña en captar el voto de un importante segmento del centro político descontento con la dirección del partido y decepcionado del gobierno.
Zaldivar acusó a Piñera de hacer trampas al colocar banderas de la DC en sus actos para crear confusión en sus militantes y engañar al electorado, mientras Piñera afirma que los emblemas fueron infiltrados entre sus partidarios por el oficialismo para perjudicarlo.
La televisión nacional mostró anoche imágenes y entrevistas con personas que portaban los estandartes, donde estos reconocen que les fueron entregados en el comando por partidarios de Joaquín Lavín, jefe político de la campaña del candidato opositor.
El empresario insiste en presentarse como un “humanista cristiano”, y en el debate televisivo del miércoles manifestó su admiración por los ex presidentes chilenos Eduardo Frei Ruiz Montalva (1964-1970) y Patricio Aylwin (2000-2004), ambos de la DC.
“Es un intento a mi juicio desesperado de alguien que se sabe perdido y que recurre a esta clase de medidas que son francamente repudiables”, dijo Zaldívar, presidente de la denominada también falange, el partido más votado del gobierno.
Dijo que con esas acciones Piñera “ha logrado que la posición seria, responsable, inequívoca de Bachelet se vaya imponiendo”, agregó, en alusión a las encuestas que reflejaron un mayor apoyo a la candidata tras el debate televisivo del miércoles.
Por su parte, Bachelet no quiso comentar el incidente mientras realizaba una visita a Temuco (680 kilómetros al sur de Santiago) junto al ex presidente Aylwin, quien encabezó el primer gobierno de la Concertación, en el poder desde hace 16 años.
“Es tan evidente lo que hay ahí que no es mucho más el comentario”, señaló, al asegurar que “la democracia cristiana en su conjunto” está con su candidatura, para convertirla el 15 de enero en la primera presidenta en la historia de Chile.
Tras el debate televisivo, la ex ministra de Defensa pasó abiertamente a encabezar las encuestas que le dan una ventaja de entre el cinco y el ocho puntos en las intenciones de votos, un margen que se torna muy difícil borrar a menos de una semana de los comicios.
En el curso de la semana, la médico socialista acusó también a Piñera de hacer gastos desproporcionados en su campaña, crítica que motivó una ríspida respuesta de su rival: “Michelle está tuerta o ciega”, replicó el abanderado de la Alianza.
Sus partidarios mostraron después en televisión una circular de un jefe de gobierno local en el interior del país dando instrucciones para recolectar fondos a través de funcionarios públicos para la campaña política de la oficialista.
En todo caso, al ser consultados ambos en el debate presidencial cuanto habían gastado en sus respectivas campañas ninguno quiso revelar cifras, argumentando que estaban por debajo de los fondos que autorizaba la ley electoral.
Santiago de Chile, 7 de enero 2006
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