Al calor de una taza de té como alivio para la desesperanza, miles de niños, jóvenes y adultos sueñan con una silla de ruedas, con los elementos ortopédicos y atención de salud básicos que requieren con urgencia. En la semana conversé con un niño discapacitado de 8 años de una comuna aledaña a Santiago, cuyo sueño era tener un casco, rodilleras y coderas para gatear y desplazarse mejor por su casa.
¿Cómo pasarán la Navidad los discapacitados?. Los que más tienen, ¿contribuyen lo suficiente para reducir la pobreza de estos?. Nuestros políticos, ¿son totalmente conscientes y predican con ejemplo para aplicar las medidas?. El Estado ¿se puede permitir tal diferencia entre pobreza y riqueza?. Nuestra economía ¿será capaz de soportar largos años el calentamiento por culpa de excesivos sueldos de políticos, altos funcionarios y clases ejecutivas de toda índole?.
No hace falta ir lejos para comprobar la miseria. En una sociedad tremendamente desigual como la nuestra, donde coexiste la pobreza de gravedad con la abundancia extrema. Es precisamente en los entrañables días navideños – paradójicamente en torno a quien nació en un pobre pesebre y predicó la humildad, la caridad y la austeridad- cuando los corazones se abren y enternecen, cuando se habla más de “los pobres”, pues durante el resto del año, al ritmo de estrés, apenas se nota.
La Fundación Nacional de Discapacitados – FND, organización no gubernamental que trabaja todo el año por la integración social de las personas con discapacidad y sus familias, necesita con urgencia en Navidad la donación de una casa o departamento donde recibir adecuadamente a sus socios y desplegar sus acciones sociales. Hago este llamado consciente de que cuando muchos requieren una ayuda urgente, al mismo tiempo hay una persona que lo posee y está dispuesta a hacer entrega de ella.
La Organizaciones Sociales de y para personas con discapacidad, sus familias y la sociedad en su conjunto, anhelan para Navidad que los recursos materiales y económicos sean distribuidos desde el Estado a todas las Fundaciones, Asociaciones, Corporaciones y Agrupaciones, sin exclusión, con el fin de fomentar su normal desarrollo. No es posible que deban mendigar para desplegar sus acciones de ayuda.
Los discapacitados piden para Navidad que sus derechos humanos sean al fin respetados. Los comerciantes ambulantes ciegos del centro de Santiago, necesitan que el alcalde les deje trabajar en paz. Las madres de niños con necesidades especiales piden educación y rehabilitación como derecho inherente y gratuito. Solicitan que se aumente en un 100% las pensiones por “invalidez”.
Una amiga de la agrupación de discapacitados de Curacautín me señaló en estos días su sentimiento: “Hay mucha angustia cuando se habla de integración y de acceso, si en la realidad nada es como se dice. Pienso que el FONADIS no esta cumpliendo con el verdadero sentido de su creación, ayudar a quienes más lo necesitan, lo digo por la parte económica y por la discapacidad, ¿hasta cuando tendremos que apelar a la política de la buena voluntad?”.
Propongo que el Congreso apruebe ahora que “el 7% de la plantilla laboral del Gobierno del Estado y los municipios, deba estar constituida por personas con discapacidad”. Lo mismo en la empresa privada. Que el Estado sancione cuando las normativas legales a favor de la integración no se cumplan y se sorteen con adecuaciones que no respetan la ley.
Ahora que es tiempo de adviento cuando pedimos que Jesús nazca y se quede en nuestro corazón para ser más solidarios, más allá de las creencias religiosas personales, no dejemos pasar este día, sin ayudar a quienes permanecen en la berma del camino excluidos por décadas. Me refiero a los predilectos de Jesús, los discapacitados y sus familias.
En Navidad hay que cambiar la carrera frenética y las solicitudes personales, por la promoción de las habilidades y el cumplimiento de los ANHELOS de los marginados. Subrayemos las capacidades y promovamos un futuro cierto. Propongo cambiar la “caridad de noche de Navidad” y la “conciencia social de tiempo de elecciones” por una solidaridad real y permanente, respetuosa de los derechos y dignidad de las personas. ¿Usted, que cree?.
Navidad de los pobres, que feliz Navidad…
Por: Alejandro Hernández. El autor es Director de la Fundación Nacional de Discapacitados, Dirigente Sindical y Activista por los Derechos Humanos. mail: director@fnd.cl
Santiago de Chile, 26 de diciembre 2005
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