Aunque la candidata oficialista Michelle Bachelet continúa liderando las encuestas con un promedio de apoyo que bordea 40 por ciento, resulta difícil que logre subir en los días que restan lo que le falta para alcanzar la barrera del 50 más uno de los votos.
Su situación se torna aún más compleja por el sostenido empuje que enfrenta desde sus dos flancos (derecha y la izquierda) de los postulantes de Renovación Nacional (RN), el empresario Sebastián Piñera, y del pacto Junto Podemos Más, Tomás Hirsch.
Mientras Piñera está haciendo estragos dentro sectores centro derecha de la coalición de gobierno, integrado fundamentalmente por pequeños y medianos empresarios descontentos por el abandono del gobierno, Hirsch hace otro tanto por el lado de los progresistas.
El empeño del presidente Ricardo Lagos y los ministros de su gabinete de mostrar a Bachelet como una continuadora de la política desarrollada por su gobierno ha tenido -a juicio de sus críticos- mucho que ver en la caída de la ex ministra de Defensa.
Todos los candidatos por igual han admitido la existencia de una abrumadora desigualdad social, un elevado índice de desempleo, una creciente delincuencia y carencias en los programas de educación, salud, vivienda y sistema de pensiones.
A ello se une la persistencia de mantener a toda costa el superávit estructural de uno por ciento recomendado por el Fondo Monetario y otros organismos financieros internacionales, que frena el gasto social requerido para aliviar desigualdades.
En medio de este panorama, la democracia cristiana -principal partido de la Concertación- hizo el viernes un llamado urgente a la candidata oficialista a introducir sustanciales modificaciones a su proyecto continuista de gobierno.
En una declaración pública, la DC reafirma de modo categórico su emplazamiento a “corregir el modelo”, plantea medidas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (Pymes), cambios al sistema electoral binominal y medidas para restringir la concentración económica.
“¿Creen que alguien puede ganar votos hoy pidiendo que las cosas sigan tal como están y que salgamos a defender a los 25 grandes empresarios que hay en este país”, afirmó Adolfo Zaldívar, presidente de la DC en alusión al programa de la abanderada socialista.
La coyuntura la aprovechó el candidato de la derecha moderada para capitalizar el descontento de un sector importante de la clase media, que milita fundamentalmente en la democracia cristiana, y que se siente defraudada por la inconsistencia del discurso oficial.
En tanto, segmentos no despreciables del llamado “progresismo” de la Concertación -asociados fundamentalmente a las organizaciones de base de los Partidos Socialista y por la Democracia- han iniciado también el éxodo hacia la propuesta antineoliberal del Junto Podemos.
De acuerdo con los últimos sondeos, Bachelet ha descendido desde un promedio superior a 46 por ciento en septiembre-octubre a poco más de 40, mientras que los candidatos de la derecha opositora Sebastián Piñera y Joaquín Lavín rondan el 22 y 21 por ciento, respectivamente.
En una eventual segunda vuelta, Bachelet tendría que enfrentar a cualquiera de los dos que alcance el segundo lugar.
Aunque no todos los votos son traspasables de un candidato a otro, la alianza derechista podría reunir, si supera sus discrepancias actuales, una cifra de votos superior también a 40 por ciento.
Por su parte, no es muy seguro que los votantes de la izquierda, que pueden rodar 10 por ciento, repitan la experiencia de los comicios del 2000, cuando dieron su voto a Lagos para que pudiera vencer a Lavín en la segunda vuelta.
Santiago de Chile, 28 de noviembre 2005
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