Cuando se desató la crisis por los préstamos hipotecarios de alto riesgo en EE.UU. el 2008, China aprovechó tal oportunidad para equilibrar la balanza a su favor, lanzando el paquete de estímulos más grande que el mundo contemporáneo haya antes visto: USD 568 mil millones (algo así como 3 veces la riqueza total de Chile en ese entonces). Tal inyección económica propició que los precios de las materias primas se dispararan (como el cobre) y evitó que los países más ricos entraran en recesión.
Según la OCDE (2011) China utilizó este dinero para: infraestructura de transporte y energía (ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, redes eléctricas); reconstrucción tras el terremoto de Sichuan; infraestructura de las aldeas rurales; medio ambiente, eficiencia energética y reducción de emisiones de carbono; vivienda asequible; innovación y reestructuración tecnológica; y finalmente, salud y educación.
Sin embargo, una de las consecuencias en el largo plazo para China fue el exceso de capacidad en varios materiales, como el cemento y el acero. Solamente en este último, China aumentó la producción desde 500 millones de toneladas de acero el 2008 a 800 millones de toneladas el año 2015. Tal exceso de capacidad, entonces, generó la articulación perfecta para que China no solo vendiera las materias primas a países del sudeste asiático y Asia central, sino que trasladara sus instalaciones de producción completa fuera de su territorio, mediante el proyecto de infraestructura de la franja y la ruta (Belt and road initiative).
El primer ministro chino Li Keqiang señaló en conferencia de la ASEAN el 2014: “tenemos exceso de equipos para fabricar acero, cemento y vidrio plisado, equipos de buena calidad. Queremos que las empresas trasladen sus excesos de capacidad de producción mediante inversión extranjera directa en los países de la ASEAN, que necesiten construir su propia infraestructura”. De esta forma, los países menos desarrollados recibirían no solo inversión directa, sino el know how aprendido por los chinos durante 30 años.
Por último, si el PIB de China en el 2008 era de USD 5 billones y el de EE.UU. correspondía a USD 15 billones, hoy, la riqueza de China asciende a USD17.7 billones y la de EE.UU. a USD 21. Raya para la suma: China no solo salvó a EE. UU y el mundo desarrollado de la recesión del 2008, sino que, estratégicamente, equilibró la gobernanza global a su favor.
Considerando que EE.UU. está ad portas de una recesión, pareciera que la estrategia china de cero Covid está siendo usada para seguir generando inestabilidad e incertidumbre a los mercados globales, que sumado a los 5 meses de guerra en Ucrania, podrían generar la gran coyuntura para que dentro de una década, China sobrepase a EE.UU. como la primera superpotencia económica.
Patricio Torres Luque
Académico del Departamento de Gestión Organizacional UTEM
Santiago de Chile, 2 de agosto 2022
Crónica Digital/utem.cl