a capital de Uruguay, Montevideo, organizó la primera competencia oficial en la que se disputó la Copa América, hermoso trofeo adquirido en una joyería de Buenos Aires, Argentina, a un costo de tres mil francos suizos (tres mil 214,95 dólares estadounidenses).
La pieza de orfebrería en plata mide 75 centímetros de alto, 30 centímetros de diámetro y un peso de nueve kilogramos, en cuya base se previó espacio para ubicar los nombres de las selecciones monarcas.
El trofeo del torneo regional de fútbol más antiguo del orbe, queda en poder del equipo campeón solamente hasta la cita siguiente.
Los mismos protagonistas del torneo fundacional en 1916; Argentina, Uruguay, Brasil y Chile matizaron el certamen en un estadio nuevo con aforo para 15 mil espectadores, el Parque de los Aliados, ubicado muy cerca donde en la actualidad se encuentra el famoso Centenario.
Durante el partido de apertura, jugado el 30 de septiembre de 1917, los locales exhibieron un poderoso ataque para imponerse por goleada de cuatro a cero ante la selección de Chile y con el apoyo de miles de compatriotas que abarrotaron la instalación en cada uno de los seis partidos.
Seguía así el arraigo del fútbol en la mente y corazón de la afición charrúa que como la de Argentina en el año anterior, ratificaba el fervor y la pasión por un deporte con calor de pueblo.
Ello estuvo de manifiesto en las subsiguientes victorias de Argentina sobre Brasil 4-2 y Chile 1-0, así como la de Uruguay, nuevamente 4-0, ante los brasileños para que la escena quedara lista con miras a la esperada final del 14 de octubre entre los anfitriones y los albicelestes gauchos.
Dos días antes del partido por el título, Brasil se agenciaba el tercer lugar al superar inobjetablemente 5-0 al once chileno.
Según archivos de la Confederación Sudamericana de Fútbol, los argentinos tuvieron dificultad para reunir a sus jugadores del último encuentro porque tras sus dos primeros juegos habían regresado a su país por la cercanía geográfica y la condición de amateur de los futbolistas, quienes debían trabajar.
No obstante, luego de un viaje marítimo en un buque de guerra y más tarde en tren durante varias horas, el equipo argentino arribó a Montevideo para jugar en gesto reconocido por el público charrúa
Disminuida físicamente la escuadra argentina, aunque ofreció resistencia, perdió cero a uno frente a la de Uruguay con gol del delantero Héctor Scarone, un jugador que asombró al mundo futbolístico por su performance fino y efectivo.
De gran impacto social se calificó el éxito uruguayo logrado ante una concurrencia récord para la época de unos 40 mil personas que se aglutinaron en la tribuna presidencial, las gradas y el terraplén adyacente.
El certamen tuvo en el uruguayo Angel Romano al líder goleador tras compilar 21 tantos en los seis juegos para promedio de 3,50 por partido.
De igual manera sobresalió en el sistema defensivo de los monarcas la actuación del arquero Cayetano Saporiti, quien no permitió anotaciones a los oponentes durante los tres juegos, mientras sus coequiperos lograban nueve tantos.
Sin duda, que hubo un salto cualitativo en el Torneo Sudamericano de Selecciones que arriba en este 2015 a sus 99 años de vida y en su segunda edición exhibió una bella Copa América, grande desde sus propios inicios y convertida ya en pasión , amor y leyenda en toda Sudamérica.
Por José Francisco Reinoso
La Habana, 13 de mayo 2015
Crónica Digital / PL